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Recibimiento triunfal a Ugarte en la ría del Nervión

José Luis Ugarte, de 64 años y sexto clasificado en la vuelta al mundo sin escalas para navegantes solitarios, hizo ayer una entrada triunfal en Bilbao. La regata, una odisea que consiguió acabar el 6 de este mes después de 135 días de navegación en condiciones extremas, le ha convertido en una celebridad. Miles de personas, apostadas en las orillas de la ría del Nervión, le dieron la bienvenida mientras a bordo del velero Euskadi Europa 93-BBK remontaba la corriente para llegar hasta el Ayuntamiento, en el que recibió la felicitación del presidente del Gobierno Vasco, José Antonio Ardanza. "Esto es demasiado", dijo Ugarte; "estoy realmente conmovido".Ugarte tuvo las condiciones meteorológicas en contra a lo largo de la regata. Temporales terribles y largas encalmadas se sucedieron durante cuatro meses. La situación no cambió en su llegada: el sol lució, pero cayó un fuerte chaparrón justamente cuando pisó tierra. "En un recibimiento típicamente bilbaíno, no podía faltar la lluvia", bromeó.

El Euskadi Europa 93-BBK, con Ugarte en la cubierta, entró en la bahía de El Abra escoltado por un centenar de embarcaciones, entre traineras, veleros, pequeños yates y motoras. Desde allí se inició una travesía de 15 kilómetros hasta el corazón de Bilbao. Con un pañuelo blanco, Ugarte saludaba. Finalmente, fue recibido con pancartas, una suelta de globos, una fuerte traca y el protocolo de la Policía Municipal vestida de gala.

Ugarte resumió así su agradecimiento: "Estoy muy contento por lo que he hecho y lo que me queréis. Muchas gracias a todos". Después llegaron las felicitaciones de los patrocinadores, los políticos y los amigos, pero tampoco para ellos hubo un largo discurso: "No ha sido una regata. Ha sido una prueba de resistencia para el barco y el patrón", dijo.

Poco después de llegar a su destino, el velero fue izado por una grúa, que lo depositó sobre el muelle, en el que durante 15 días permanecerá expuesto al público. No podía estar más tiempo en el agua porque la bajamar amenazaba con dejarlo hundido en el fango.

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