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Attali admite haber cometido excesos al frente del BERD, pero ensalza su gestión y se niega a dimitir

Enric González

El presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) de los países excomunistas, el francés Jacques Attali, intentó ayer disipar la tormenta de críticas desatada en torno a los altos costes operativos y los excesos suntuarios de la entidad. En vísperas de la asamblea anual de gobernadores del banco, que empieza el lunes, Attali admitió que algunos de los gastos en decoración de la fastuosa sede londinense, como la sustitución de mármol normal por mármol de Carrara, fueron incorrectos pero negó toda intención de dimitir.

Attali pidió ayer que se juzgue al BERD por su actuación global y su gestión general, "muy satisfactoria", y no por "detalles de menor importancia". El BERD, cuyos beneficios ascendieron a 533 millones de pesetas en su primer año, gastó 9.900 millones de pesetas en redecorar su sede central, un moderno edificio de alquiler en la City de Londres. Este dispendio, unido a otros similares (casi 10 millones de pesetas en una fiesta de Navidad, 110 millones en alquiler de aviones privados, etcétera), fue objeto de un informe muy crítico del influyente diario Financial Times el pasado 13 de abril, tras el que llovieron ataques contra Attali y su afición al boato.El ministro de Finanzas alemán, Theo Waigel, se reunió el martes con Attali para reconvenirle. El canciller del Exchequer británico, Norman Lamont, ordenó a su vez que se investigaran las cuentas internas del BERD.

Las críticas al BERD se han producido en un momento muy delicado, justo en las semanas previas a la asamblea general que debe examinar el funcionamiento de la entidad en su primer año realmente operativo. Jacques Attali ofreció ayer una conferencia de prensa para presentar los resultados del banco y señalar su escepticismo ante "la supuesta conspiración que, dicen, puede existir contra el banco o contra mi persona".

El nombramiento de Attali fue fruto de un pacto a tres bandas entre los tres países más influyentes de la Comunidad Europea (la sede para los británicos, la dirección del consejo para los alemanes, la presidencia para un francés) y, desde el principio, el ex asesor de François Mitterrand topó con reticencias en la City de Londres. Hubo comentarios desfavorables sobre su afición a la grandeur, su presunta parcialidad hacia los intereses de Francia, su mal acento inglés e incluso sobre el hecho de que fuera judío.

"Buenos resultados"

Ayer, aunque admitió algunos errores, Attali afirmó que no se había sobrepasado el presupuesto y que la gestión del banco había sido "muy satisfactoria" en términos generales. "Está claro que debimos hacer algunas cosas de distinta forma. La sustitución del mármol original (en la sede) entra claramente dentro de esa categoría de cosas", dijo. Pero subrayó que el BERD había obtenido un beneficio de 3,8 millones de ecus (equivalentes a unos 533 millones de pesetas) en su primer año operativo, lo que permitía bajar los intereses a sus clientes; que había comprometido inversiones por un total de 180.000 millones de pesetas (aunque sólo se ha desembolsa do una décima parte), y que par ticipaba ya en 76 proyectos de inversión. "Estos son buenos resultados para un banco que no existía hace dos años", destacó Attali.Para aplacar las críticas sobre presuntos derroches y responder a las exigencias de autocontrol planteadas por Alemania, Reino Unido, Canadá y otros miembros del consejo de administración, que reúne a 25 países, Jacques Attali anunció que el Comité de Control Presupuestario del BERD contará desde ahora con más poder, que el Comité de Auditoría Interna revisará todos los gastos del banco y que se ampliará la información facilitada regularmente al consejo de administración.

A pesar de estos anuncios, el primer ministro británico, John Major, utilizará su intervención en la apertura de la asamblea general, el lunes, para pedir más austeridad al banco, según informaba ayer el Financial Times.

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