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Desconcierto socialista por la magnitud de la derrota

ENVIADO ESPECIAL El triunfo abrumador de la derecha en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas hundió ayer en la decepción y el desconcierto a los dirigentes del Partido Socialista (PS) quienes apenas podían ocultar su sorpresa por las dimensiones de su derrota. Laurent Fabius, primer secretario del PS, cuyos días al frente del partido parecen contados, hacía anoche un dramático llamamiento a todas las fuerzas de "izquierda y de progreso" para que se agrupen y limiten, en la segunda vuelta, la marejada conservadora que puede ocupar el 80% de los escaños de la Asamblea Nacional.

Fabius no hizo esperar a la prensa para reconocer en términos claros y rotundos la derrota de su partido. Quince minutos después de que las cadenas de televisión hicieran públicas sus proyecciones de voto, el ex primer ministro socialista atribuía al "paro, el desgaste del poder y las decepciones" -eufemismo éste último para referirse a los escándalos financieros- la responsabilidad de la derrota socialista.

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Con tono grave, Fabius advertía en su breve comunicado que si la tendencia se mantiene en la segunda vuelta las consecuencias pueden ser desastrosas para la izquierda y para todo el sistema político francés, ya que la hegemonía de la derecha se extendería a todos los ámbitos del poder político y social.

El propio Michel Rocard, aspirante a dirigir la refundación del PS, se limitaba anoche a secundar el llamamiento de Fabius a la "unidad de las fuerzas progresistas" para evitar una hecatombre política. El futuro político del propio Rocard se encuentra en estos momentos en apuros, ya que su rival conservador le aventaja en más de diez puntos en su circunscripción de las Yvelines. En caso de perder el escaño el próximo domingo y quedar fuera de la Asamblea Nacional, Rocard no podría ponerse al frente de la oposición para liderar una reorganización de las fuerzas de izquierda.

El malestar, incluso de preocupación por el avance de la derecha y la extrema derecha, era manifiesta en los escasos dirigentes socialistas que aparecieron anoche en la sede del Partido en la calle Solferino de París.

El ex ministro de Justicia, Georges Kreyjman, próximo al presidente Mitterrand, no ocultaba su decepción: "Es un resultado injusto y estoy seguro que el pueblo francés se dará cuenta en los próximos meses". Destacaba con preocupación la consolidación del voto del Frente Nacional, que aparece cada día más arraigado en el electorado.

El presidente del grupo parlamentario socialista en el Senado, Jean Claude d'Estier, señalaba, por su parte, el riesgo que implica para el funcionamiento de la democracia una hegemonía tan abrumadora de la derecha. "En aso de que esto no se corrija en la segunda vuelta, el tradicional equilibrio de fuerzas se habrá roto y eso es preocupante" añadió.

Según las proyecciones de voto que existían anoche el Partido Socialista será la única formación de la oposición que contará con un grupo parlamentario. Según las estimaciones realizadas por diversos medios los socialistas conseguirán entre 64 y 80 escaños, mientras que los comunistas tendrán 13 escaños. Para formar grupo parlamentario hacen falta 20 escaños.

La ausencia de representación de los ecologistas deja el resto de

1 la Cámara baja en manos de la unión conservadora (los liberales de la UDF y los neogaullistas del RPR) que obtendrá entre 460 y 476 escaños mientras que la extrema derecha del Frente Nacional sólo contará con dos diputados.

Críticas a la dirección

Las críticas a la actual dirección del PS no faltaban en los corrillos de militantes que comentaban los resultados en la sede del partido. Jean Luc Malenchon, senador socialista de la tendencia Izquierda Socialista, afirmaba que el resultado no hace más que reflejar la "impotencia de la izquierda para suscitar una ilusión colectiva entre la población".

Sin un sólo escaño seguro en esta primera vuelta, todos los comentarios se centraban en el incierto futuro que espera al socialismo en Francia tras una década en el poder. El resultado del próximo domingo puede ser, en ese sentido, dramático para las fuerzas de izquierda.

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