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Más de 300 niños y jóvenes desaparecidos durante año 1992 continúan en paradero desconocido

Más de 3.500 menores de 18 años desaparecieron de su domicilio durante el año pasado, según las denuncias presentadas ante la policía o la Guardia Civil. La inmensa mayoría de estas personas ya se han reintegrado a sus hogares, aunque quedan pendientes por localizar 304. En no pocas ocasiones se trata de fugas voluntarias. La escapada protagonizada recientemente por una niña de Huelva que huyó con su profesor de Sexología o el caso, de la joven de Málaga que lo hizo con un ex legionario representan un fenómeno nuevo, según afirman fuentes policiales.

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Casos pendientes inexplicables

Durante 1992, la policía y la Guardia Civil tuvieron conocimiento de la desaparición de 7.166 personas. Aproximadamente la mitad eran menores de 18 años.El Ministerio del Interior no puede precisar cuántas de las presuntas desapariciones corresponden en realidad a fugas voluntarias, pero expertos policiales afirman que eso tal cosa es lo que sucede "en la inmensa mayoría de los casos".

El 6,75% de las desapariciones todavía no aclaradas están relacionadas con "cuestiones amorosas" ya que la policía ha logrado determinar que los implicados huyeron con personas del sexo opuesto. "Este tipo de situaciones son bastante frecuentes. Pero lo realmente novedoso es lo que ha ocurrido recientemente con la niña de Huelva que se escapó con su profesor o la de Málaga que se fue con un legionario. No es normal que una chica huya con un hombre con tanta diferencia de edad", señala. el inspector Esteban Gándara Trueba, experto en desapanciones.

La joven Melina, de 13 años, estuvo escapada durante 10 días de su pueblo de Requejo de Sanabria (Zamora), acompañada de un amigo de 21 años.

En la actualidad, al menos 128 mujeres menores de 18 años siguen si haber sido localizadas, tras desaparecer a lo largo de 1992. La cifra de varones que: se hallan en la misma situación es bastante inferior: 87. Pero estos datos pueden ser engañosos e inducir a pensar que habitualmente se producen más fugas de chicas que de chicos.

Las chicas suscitan más alarma

"Los padres tienden a denunciar más y de forma más rápida la desaparición cuando se trata de una hija, ya que enseguida sospechan que puede haber sido raptada. En cambio, la alarma entre los padres es menor cuando el desaparecido es un muchacho. Al dejar pasar más tiempo, lo normal es que el chico vuelva a casa antes de que los padres, se decidan a ir a comisaría" señala el inspector Gándara.

Las familias, como es lógico, se niegan a aceptar que sus hijos han huido del hogar por propia voluntad. Lo habitual es que siempre se pongan en lo peor: que han sido secuestrados o que les ha ocurrido una desgracia. Pero el hecho constatado es que sólo en el 0,92% de los casos todavía no aclarados -correspondientes al años 1992- hay indicios de que los niños han sido víctimas de un rapto, un accidente o un asesinato.

Esto último fue lo que sucedió con Miriam, Antonia y Desirée, las tres niñas de Alcàsser (Valencia), que fueron halladas sin vida el pasado enero, tres meses después de haber desaparecido cuando se dirigían a una discoteca de Picasent. Uno de los presuntos asesinos, Antonio Anglés, todavía no ha sido capturado.

En casi el 22% de los casos pendientes hay circunstancias que permiten afirmar que los jóvenes se hallan en perfecto estado: bien porque han escrito una carta o bien porque han telefoneado a sus padres o algún amigo, según los informes policiales.

¿Por qué se escapan los jóvenes del hogar familiar? Hay multitud de razones: por haber tenido algún roce con sus padres, para evitar las reprimendas ante unas malas notas escolares, por simple afán de aventura, por haberse enamorado de otra persona, para evitar un ambiente familiar atosigante, etcétera. Alrededor de 20 jóvenes cuya fuga fue denunciada en 1992 son reincidentes, cifra que curiosamente corresponde con los que pertenecen a "familias desestructuradas", en las que las relaciones entre sus miembros no son buenas.

Las jóvenes de Palencia

La Guardia Civil no ha logrado aún averiguar dónde están Virginia Guerrero Espejo, de 15 años, y su amiga Manuela Torres Bougeffa, de 16, que desaparecieron misteriosamente el 24 de abril del año pasado de su domicilio de Aguilar de Campoo (Palencia). Tampoco ha habido mejor suerte con Gloria Martínez, de 17 años, desaparecida hace unos meses de un sanatorio psiquiátrico, de Alfás del Pi (Alicante).

En más de una ocasión, la zozobra inicial originada por la desaparición de unos menores se trocó en una anécdota casi divertida. Ese fue el caso de cinco adolescentes que en abril de 1989 se fugaron de un colegio de Fuentes de Andalucía, inducidas por una de ellas que quería "ser cantante como Rocío Dúrcal"._O el caso de tres niños de siete anos que en febrero de ese mismo año se escaparon del colegio Lepanto de Madrid "para huir de la contaminación". O los seis niños que se escaparon de una escuela de Madroñera (Cáceres) porque pretendían "ir de safari a Africa". Su aventura duró 40 horas.

El inspector Gándara recuerda también la peripecia de varios niños de un pueblo de Aragón que se marcharon de la escuela y durante varias horas tuvieron en vilo a todos los vecinos del pueblo.

"La Guardia Civil organizó un importante rastreo. Los chiquillos estaban ocultos en una cueva y desde alli veían todo el despliegue. Cuando volvieron a su casa, dijeron que se habían divertido mucho con todo aquel alboroto".

Ana Laura Arenas Arranz, de 14 años, y Susana Arranz, de 15, se fugaron de Langayo (Valladolid) y durante dos días estuvieron en paradero desconocido. Más tarde fueron localizadas en Alcobendas (Madrid), aclarándose que se habían desplazado en autoestop hasta la capital de España para conocer a unos chicos del barrio de Moratalaz con los que habían contactado a través del teléfono del Party Line.

La experiencia policial demuestra que un altísimo porcentaje de los niños y jóvenes desaparecidos se reintegran a su domicilio durante los tres días siguientes. También es muy frecuente que llamen por teléfono a su casa, aunque en muchas ocasiones ni siquiera llegan a hablar. "Es como si se resistieran a romper el cordón umbilical que les une con su familia", comenta Esteban Gándara.

El hecho de que durante el año pasado hubiera en España reiterados raptos y asesinatos de niñas suscitó una gran alarma entre los ciudadanos. El propio ministro del Interior, José Luis Corcuera, no ocultó su preocupación. Pero la policía asegura que este tipo de sucesos no han aumentado en número de forma alarmante respecto a etapas anteriores.

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