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Entrevista:

"Cuevas no representa los intereses de las empresas"

El vicepresidente dice que el aumento del déficit público genera paro

Andreu Missé

ANDREU MISSÉEl paro se ha convertido en el problema económico, social y político número uno de este país. Tres millones de parados suponen una situación social explosiva. Por ello, la parte económica de esta entrevista se ha centrado exclusivamente en el desempleo y a las formas de combatirlo. Serra asume sin rodeos que éste es el problema principal del país, pero es difícil obtener de él una respuesta que vaya más allá del puro sentido común. No contesta nunca sin antes tomarse un tiempo para medir bien sus palabras, lo que le hace todavía más prudente, si cabe, un carácter ya de por sí prevenido. Serra transmite la sensación de seguridad y de que nunca correrá riesgos, lo que en tiempos de crisis ofrece una indudable garantía. Quizá por ello su mayor preocupación es evitar un mayor deterioro de la situación por una decisión arriesgada del Gobierno.

Pregunta. ¿Qué les diría el vicepresidente del Gobierno a estos miles de personas que se están quedando sin empleo?

Respuesta. Lo primero, que las medidas que estamos tomando se deben a que somos conscientes del drama personal y social que es el paro, y no por lo que las estadísticas digan o dejen de decir. También les diría que sé que eso no puede ser una respuesta válida en todos los casos individuales, pero nuestra sociedad tiene mayores mecanismos de protección frente al paro que en 1982. Hace 10 años, sólo el 26% de los parados tenían subsidio. Hoy lo tienen el 72%.

P. ¿Pero cree de verdad que ese plan de reactivación va a crear empleo? ¿Han cuantificado cuánto empleo van a crear?

R. No, pero estamos en la política correcta. De esto sí que estamos convencidos. El problema del paro no se resuelve con demagogias, sino tomando la política adecuada en cada momento.

P. ¿Qué política?

R. En España se ha incrementado el paro porque estamos en una crisis internacional, a la que se añaden la incertidumbre de la construcción europea y los problemas específicos de la economía española. Tenemos un problema de competitividad muy acusado, que se incrementa por el déficit público. No crearemos empleo con medidas ficticias, tenemos que enfrentarnos al problema básico de ser más competitivos. Todos esos que pregonan falacias, como la de que hay que dedicar más atención al paro que a la inflación, no hacen más que demagogia.

P. Hace pocos días, el director general del Inem pronosticó que este año el paro aumentaría en 400.000 personas. ¿Se imagina este país con 3,5 millones de parados? ¿Cree que las medidas adoptadas son proporcionales a la magnitud de la crisis?

R. Creo que sí. Precisamente por la gravedad de la crisis, seguimos una política de rigor en el control del gasto. Lo fácil sería, para unos meses, dar una alegría ficticia, pero eso supondría que para el año siguiente no habría 400.000 desempleados, sino 800.000. Afirmo que con esa política de hacer lo que hay que hacer, de mantener el rigor presupuestario, de aconsejar un acuerdo de moderación salarial, de estar dispuesto a dialogar y a tomar las medidas de mejora del marco -reformas de estructuras, reforma del marco laboral, reforma de aquellos mecanismos que pueden reducir los costes de producción de las empresas-, haciendo eso, el Gobierno, no sólo está actuando correctamente, sino que está señalando a la sociedad y a los agentes sociales qué es lo que deberíamos hacer todos.

P. Pero, insisto, hay tres millones de parados...

R. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuál es la cifra de parados que tiene nuestro país, y yo no quiero entrar en esa dinámica. En cualquier caso, es excesiva, y hay que colocarla como la primera prioridad de la actuación del Gobierno. Si los salarios se adaptaran más a la evolución de la coyuntura, probablemente el ajuste no radicaría en una medida tan fundamental en la variable empleo.

P. El paro es, sin duda, el dato que ilustra de forma más dramática la situación del país, pero hay otros indicadores que reflejan que las cosas no funcionan. En los escenarios de 1989-1992 habían previsto que los tipos de interés estarían ahora en el 7%, y están en el 12%; que la inflación sería del 3%, y está en el 5%; que el déficit del Estado sería el 0%, y ha sido el 2,5%. ¿No se ha desencajado todo el marco?

R. Evidentemente. Pero si se ha desencajado hasta en Japón, ¿cómo no se iba a desencajar en España?

P. ¿Y no es lo suficiente alarmante la situación como para plantear un pacto de Estado con todas las fuerzas sociales?

R. La situación es seria y grave, pero no es alarmante, porque la sociedad española está en un escenario muy distinto que hace 10 años. Estamos mucho mejor preparados que lo que estuvimos en la crisis anterior para resolver los problemas que tenemos. Esta situación debería colocar a los agentes económicos y sociales frente a la responsabilidad que tienen de resolver los problemas de la sociedad. Y cuando los representantes de los empresarios dicen que no quieren acudir a una negociación de este estilo porque afirman que es una propuesta electoralista; cuando los sindicatos declaran que no quieren iniciar esta negociación porque estamos en un año electoral, volvemos a tener una demostración, triste pero contundente, de la negativa de esos organismos de representación a asumir responsabilidades frente a la sociedad. Insisto en que la primera responsabilidad es del Gobierno. Si el Gobierno practica una política equivocada, todo eso puede ser imposible. Pero la respuesta adecuada a la situación en la que estamos es la respuesta de la sociedad como un todo.

P. ¿La negativa a participar en un pacto se la han comunicado también a usted?

R. Se lo han dicho al Gobierno. Además, lo relevante en la vida política de la sociedad son las actitudes reales, no lo que se pueda decir en público o privado. Y lo relevante es la resistencia de las organizaciones sindicales y empresariales a acudir a un intento de pacto social. La sociedad percibe ese pacto como una necesidad. No lo hemos propuesto formalmente porque creemos

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que sería malo que añadiéramos a la situación actual la frustración de una negativa. Pero seguimos pensando que el acuerdo es un elemento necesario para resolver los problemas de fondo de esa sociedad.

P. Si el acuerdo es necesario y, con independencia de las razones que tengan, los demás interlocutores no lo quieren, del Gobierno queda incapacitado para superar la crisis?

R. En absoluto. El Gobierno toma las medidas que tiene que: tomar. Por ejemplo, el rigor presupuestario. ¿Por qué? Porque: no queremos que el ahorro español se consuma financiando el, exceso de gasto público, sino que: queremos que esté disponible: para la inversión productiva en. el sector público o en el sector privado. También fomentamos la inversión pública y privada, manteniendo el control del déficit público, en la misma medida, que Clinton ha generado mecanismos de impulso de la actividad en Estados Unidos.

P. Pero Clinton ha sido más valiente. Ha dicho que crearía 500.000 empleos al año.

R. No creo que este tipo de propuestas puedan trasladarse sin más a nuestro país.,

P. ¿Cuántos parados le debemos al Bundesbank?

R. Me parece más productivo preguntarnos cuántos parados tendrían empleo si fuéramos más competitivos y si, por ejemplo, nuestro déficit comercial fuera nulo. Me parece más productivo que los españoles reflexionemos sobre el hecho de que, por no ponernos de acuerdo en ser más competitivos, estamos dejando entrar projuctos que equivalen a 500.000 puestos de trabajo, y esto hay que explicárselo a los empresarios, a los sindicatos y a la sociedad.

P. Pero ustedes tienen ideas muy distintas sobre el pacto. El Banco de España está en contra porque cree que supone un aumento del gasto público. El ministro de Economía sólo lo acepta si no supone más déficit.

R. Es que el ministro de Economía lo está diciendo en relación con un dinero que no es suyo, sino que lo pagamos entre todos. Cuando el ministro de Economía dice que el pacto no puede suponer un disparo del gasto público está explicando que un aumento del déficit público supone más paro. ¿Un aumento del déficit qué quiere decir? Tipos de interés altos, utilizar el ahorro de los españoles para financiar déficit de gasto en vez de que se ofrezca a los inversores, y esto es más paro.

P. ¿No supone una contradicción haber recortado durante los dos últimos años las inversiones públicas y ahora hacer un plan de reactivación con obras públicas? ¿Por qué no aceptan que es una contradicción por qué no aceptan la crítica?

R. Podemos encajar estas críticas y las que sean. Cuando recortamos las inversión fue para ajustar el déficit a mitad de un ejercicio. No había otro camino.

P. Frente al paro se han planteado más alternativas, como repartir el trabajo entre todos. La ministra de Trabajo de Francia, Martine Aubry, es partidaria de la jornada de 36 horas. ¿Cuál es su opinión? ¿No es más justo repartir el trabajo que unos trabajadores mantengan a otros parados en su casa?

R. En principio, sí.

P. Pero la pregunta es: ¿qué le parece reducir la jornada?

R. Creo que en la situación actual hay que reconsiderar todas las medidas. Hay que hacerlo con mucha tranquilidad. Y habrá que pensar en fórmulas nuevas: por ejemplo, en combinar periodos de trabajo y de formación, en fomentar la recalificación, etcétera.

P. La competitividad revoluciona las relaciones industriales. En Francia, la firma Hoover se ha ido al Reino Unido por encontrar salarios más bajos. En España, (Linares), Suzuki amenaza con irse si la Junta de Andalucía no le da 20.000 millones y si los trabajadores no aceptan ciertas condiciones. ¿Qué les diría a estos trabajadores?

R. Les aconsejaría que defiendan sus intereses en una mesa, pero en una mesa de diálogo y reclamando a fondo un conocimiento de la situación. En definitiva, les diría: "Defended vuestros intereses en el marco de hacer viable la empresa en que estáis trabajando".

P. ¿Se siente traicionado por José María Cuevas?

R. No, ¿por qué?

P. Ah, no, por nada. Les dice que hacen una ley de huelga que es una declaración de guerra, que el Gobierno se ha dedicado a fomentar la especulación en lugar de la economía productiva.

R. No, lo que creo sinceramente es que la CEOE se equivoca en muchos de sus planteamientos. Cuevas hace planteamientos más políticos que de representante del empresariado. Me parece que no representa los intereses de las empresas españolas diciendo que sentarse a la mesa para discutir con los sindicatos y el Gobierno es una roropuesta electoralista.

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