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Los zulúes, una tribu que se siente nación

Blancos y negros de Natal rechazan el dominio político del movimiento de Mandela

Numerosos niños y adolescentes avanzan descalzos por los arcenes de la carretera que lleva a Ulundi, la capital de Kuazulu, el homeland autónomo de los zulúes. Hace ocho generaciones, los jóvenes que corrían descalzos por estas mismas tierras, hasta 50 kilómetros al día, lo hacían en ejercicios de rutina como soldados del rey Shaka, el legendario monarca que convirtiera a finales del siglo pasado a los zulúes en la tribu más poderosa del continente y les inculcara un sentimiento de nación que hoy se está convirtiendo en uno de los principales obstáculos a una transición pacífica en Suráfrica.

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"No queremos ser dominados por ningún poder desde el centro", dice el Gobierno de Kuazulu, coreado por los blancos conservadores de Natal. Lo que estos zulúes y estos blancos exigen es un ordenamiento constitucional federal tan ambicioso que parece imposible que se pueda obtener sin sangre.El régimen del apartheid aplastó a la mayoría negra surafricana en beneficio de la exigua minoría blanca, pero en Natal las relaciones entre negros y blancos siempre estuvieron teñidas de un cierto respeto mutuo. Natal es la provincia más inglesa de todas las surafricanas, y explotó menos viciosamente el apartheid que otras. Blancos y zulúes conocían su lugar en el sistema, y no se hostigaban.

Las pasiones sólo se desataban en esta zona cada 16 de diciembre, cuando los afrikáners, la llamada tribu blanca de África, conmemoran la batalla de Blood River (río de la sangre), cuando repelieron victoriosamente un ataque de los nativos en 1838. El pasado fin de semana, la ciudad de Vryheid, a escasos kilómetros de Blood River, celebró el acontecimiento histórico de que un parlamentario afrikáner, otro de ascendencia inglesa y uno de origen indio dejaran sus respectivos partidos para integrarse en el Partido de la Libertad Inkatha (IFP), zulú casi al 100%, de Buthelezi.

Los primeros parlamentarios con que cuenta el IFP en la Cámara de Ciudad el Cabo fueron objeto de una entusiástica bienvenida en el estadio de Vryheid por parte de unos 5.000 zulúes, varios centenares de ellos vestidos a la usanza tradicional con pieles, escudos, lanzas y garrotes. Jurie Mentz, un afrikáner que durante muchos años defendiera los intereses de Vryheid bajo la bandera del Partido Nacional, era quien organizaba la fiesta, en la que los zulúes añoraron, entre los vapores del alcohol, los legendarios tiempos de Shaka, un cruce de Napoleón y de Gengis Jan tan admirado por su inteligencia militar como temido por sus sangrientos arrebatos de ira.

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El sesentón Mentz, que siempre mantuvo muy buena relación con los zulúes y es amigo de juventud de Buthelezi, encandiló a los asistentes, primero simulando un combate con las armas zulúes y, luego, con un furibundo discurso en lengua autóctona contra el ANC. "Los zulúes son muy buenos luchadores [grandes aplausos], y si el ANC quiere imponerse tendrá que hacerlo sobre el mayor grupo de Suráfrica".

Cuando Buthelezi tomó la palabra la muchedumbre saltó enfervorizada, aunque el discurso resultó estar más cerca de ser una lección de constitucionalismo que el acto arrebatador de voluntades que cabía esperar de tal mitin. La intervención de Buthelezi fue tan doctoral que un destacado miembro del IFP, sentado en la primera fila, no pudo evitar dormirse. El primer ministro de Kuazulu manifestó que Suráfrica debe ser una república federal indivisible y que tal ordenamiento constitucional debe quedar regulado por la conferencia multipartidista que se reúne el viernes y el sábado en Johanesburgo.

En esa república federal, Natal-Kuazulu aspira a una autonomía inexpugnable. "No estamos dispuestos a negociar principios constitucionales distintos a los federales, y deben decidirse antes de las elecciones". Es exactamente lo contrario de lo que propugna el ANC, que quiere primero elecciones para la Constituyente, Cámara que luego fijará el sistema autonómico que regirá en el país. El líder del IFP teme que su voz como presunta cabeza de la mayoría de los zulúes quede reducida tras el contraste de las urnas.

Buthelezi, que hizo chistes sobre Mandela y el ANC muy bien recibidos por la concurrencia, se ganó también los aplausos agradecidos de los blancos cuando dijo: "Aquí no hay colonos. Llevan 300 años en el país. No gobernaremos sin los blancos, ni los blancos van a gobernar sin los negros". En Natal, la lucha política está planteada a cara de perro entre el ANC y el

Los zulúes, una tribu que se siente nación

IFP, y los blancos han elegido a Buthelezi, que en términos ideológicos es un político conservador, firme defensor de la economía de mercado.El líder del IFP formó Inkatha en 1985 como un movimiento cultural zulú con los parabienes del ANC. El IFP dice contar hoy con casi dos millones de miembros, aunque la afiliación es obligatoria. Las primeras discrepancias entre el IFP y el ANC surgieron a finales de los ochenta, cuando Buthelezi manifestó abiertamente su oposición a la resistencia armada. Las diferencias comenzaron a resolverse por la vía violenta. Pretoria intervino y apoyó económicamente a Inkatha. Es una guerra que ha causado del orden de los 10.000 muertos.

Es un enfrentamiento esencialmente de zulúes contra zulúes, entre los zulúes urbanizados y de ideas socializantes, que siguen a Nelson Mandela, y los tradicionalistas y rurales, que están dispuestos a matar y a morir por patria y rey, los "zulúes de postal" de que hablan sus críticos. "Nuestro regimiento nunca ha luchado, y eso es un problema", dice uno de ellos.

"El ANC intentó establecerse con métodos violentos en territorio de Inkatha y nos quiso quitar gente", dice Baldwin Ngubane, ministro de Sanidad de Buthelezi y uno de los miembros de la delegación de IFP que va a participar en la conferencia multipartidista. A Inkatha, dice, que no le gusta la violencia, no le quedó más remedio que defenderse.

La fiereza de Buthelezi ha llevado a algunos analistas de la situación surafricana a hablar del síndrome de Savimbi, el recurso a la guerra para defender una posición política débil, tal y como lo practica el líder de la UNITA en Angola. "Eso no tiene sentido. No tenemos la capacidad", replica Ngubane. Un blanco de Vryheid que es miembro del IFP lo ve de otro modo. "Si no conseguimos un sistema federal habrá problemas", vaticina. Este futuro votante del IFP desea la independencia para Natal y "que el ANC haga lo que quiera en el resto".

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