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Dos de los jovenes que vieron a Susana la noche en que desapareció se contradicen ante la policía

Francisco Peregil

Cecilio Feito cumplió 21 años el 9 de enero. Aquel sábado llamó a sus amigos para celebrarlo y alguien propuso un caserón abandonado. Antes de ir allí pasaron por el barrio de San Blas y, según sostiene Cecilio, una rubia de 16 años se les unió: era Susana Ruiz, la chica cuyo cadáver aparecería a 400 metros de¡ caserón, semienterrado y con los pantalones bajados, 39 días después. En la versión que contaron a este periódico dos de los seis chicos presentes en la fiesta hay una contradicción: César Espí llevó a casa a su novia a las doce de la noche. Al volver, según Cecillo, Susana ya no estaba allí. Según César, sí.

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Hacía frío, algo de niebla, bebieron cerveza, vino con Coca-Cola y fumaron algunos porros. Unos llegaron en dos motos y otros en dos coches. A las once de la noche, alrededor de una hoguera prendida junto a la pared, charlaban Fernando, los hermanos Raúl (empleado de La Casera) y José (pocero en Madrid), César (electricista), Felisa, novia de César, y Cecilio (repartidor).A sus espaldas, Susana Ruiz, de pie, con las manos en los bolsillos, les escuchaba. Los que más la conocían eran Raúl y José, este último, mejor que ninguno de ellos. Otros, como Cecilio, la veían por primera vez.

Cecilio fuma Winston, tiene nueve hermanos y vive en Coslada (municipio de 73.000 habitantes separado del barrio de San Blas por el descampado donde se encontró a Susana) como el resto de los amigos.

A las tres y media de la madrugada del domingo, una pareja de policías le condujo a casa después de interrogarle. Ayer por la mañana, recién despertado, contestaba a estas preguntas:

-¿Qué hicisteis aquel día?

-Pues por la tarde estuvimos en una bodega comprando la bebida, y luego nos fuimos para el caserón.

"Esa niña no se monta"

-¿Dónde recogisteis a Susana?-Nos la trajimos de San Blas sobre las ocho y media o así. Fuimos ahí a tomarnos una cerveza, y cuando ya nos veníamos, con el coche arrancado y todo, la chica [que vio a su amigo José] nos paró diciendo que se venía. No era mi coche..., yo no la conocía de nada ... ; no le voy a decir 'no te vengas'. Ahora, si es mío el coche, esa niña no se monta.

-¿Por qué?

-Porque quien con niños se acuesta, meado se levanta. Si yo tengo 16 años y debo estar a las tres y media en casa no me voy a Coslada a un cumpleaños.

-¿Pero no compraron la bebida en Coslada?

-Sí, cuando ya se vino ella a Coslada.

-¿De qué hablaba Susana?

-De nada. No hacía bromas ni nada. Nosotros estábamos sentados alrededor del fuego, escuchando la música del coche de José, y ella estaba detrás de nosotros.... siempre. Si se reía algo parecía que lo hacía como forzada. Sólo habló algo más con Fernando, pero no mucho.

-¿Entrasteis en la casa?

-Sólo en el garaje, para coger leña. De por allí sacamos unas sillas y un sofá, pero el sofá, que era donde más cómodo se estaba, lo echamos al fuego.

De momento, las declaraciones de los jóvenes no han convencido a la policía, y las sesiones de interrogatorios empiezan a cansarles. El jefe de Cecilio le ha preguntado si los interrogatorios se prolongarán mucho tiempo, porque, de ser así, tendrán que contratar a otro conductor.

Los agentes de Homicidios les interrogaron el pasado fin de semana varias veces durante varias horas, y, según Cecilio, sólo descubrieron una contradicción importante: que César Espí, quien conoció a Susana ese día, podría no haber estado con el grupo en el momento en que la fallecida decidió regresar al instituto de Las Musas, donde vivía. César dejó el grupo para acompañar a su novia a casa, y asegura que al volver Susana seguía allí.

-¿A qué hora salió César con su novia?

-Sobre las dos, o las dos y cuarto, responde Cecilio [César mantiene que ésa es la hora en que regresó].

-¿Y cuándo volvió?

-No sé. Cuando llegó disfrutamos más, porque antes, con su novia, parecía como si no estuviera.

-¿Se encontraba más animado después?

-Sí, ya por lo menos hablaba. [Según César, cuando llegó, se echó a dormir dentro de un coche, hasta las nueve de la mañana en que lo despertaron].

A las nueve de la mañana bajaron a Coslada, compraron churros y se fueron a ver un campeonato de motocrós en Paracuellos. Luego se acostaron. "Hasta el lunes no nos vimos. Fue cuando me dijeron que había desaparecido. Lo primero que pensé es que ella había seguido la juerga o que se había ido de casa", explica Cecilio.

-¿Comentó algo de fugarse?

-No; creo que José dijo que ella estaba cansada del padre.

-¿No tenía ella intención de ir a un concierto, como le dijo a su padre?

-A nosotros nos preguntó si queríamos ir a un concierto en el Paladium; le respondimos que no y se vino.

-¿No se despidió Susana?

-Sí, dijo "hasta luego". Yo, como ella no había ido en mi coche, ni yo la conocía de nada... la verdad es que me lavé las manos y no la acompañé.

César y Cecilio mantienen que José le pidió a Susana que se quedara allí, y que ella le dijo que debía llegar a las tres y media a su casa.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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