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Comodidad contra inseguridad

Los estadios de Primera División más cómodos y seguros, según el informe policial, son el Vicente Calderón de Madrid (100% de localidades de asiento) y El Plantío de Burgos (100%), seguidos de San Mames (78,73%), Camp Nou (76,27%) Luis Casanova (73,95). Los más incómodos son el Carlos Tartiere de Oviedo (72,34% de localidades de pie), Ramón de Carranza de Cádiz (68%), Santiago Bernabéu (66,31%), Sánchez Pizjuán (64,521/6) y El Sadar de Pamplona (64,37%).Las puertas de acceso al público y el número de espectadores por puerta reflejan las diferencias de criterio en lo relativo a seguridad. Así, es posible encontrar un estadio como el Sánchez Pizuán (20 puertas y 3. 100 espectadores por puerta) junto a otro como el Carlos Belmonte (27 puertas y 406 espectadores por cada una de ellas).

Más información
El 60% de los estadios de Primera División carece de un plan de evacuación de emergencia

El informe sobre el baloncesto es de elaboración más reciente: octubre de 1992. Las conclusiones más importantes son la siguientes: un 54% de los clubes no disponen de plan de evacuación de emergencia (Breogán, León, Estudiantes, Huesca, Joventut, Ferrol, Manresa, Orense, Real Madrid, Mayoral, Girona y Zaragoza). El resto cuentan con él: Andorra, Barcelona, Cáceres, San Fernando, Lliria, Fórum, Granollers, Murcia, Taugrés y Valencia.

La evacuación de los distintos pabellones varía entre 2 y 15 minutos, con un porcentaje medio de 7.27 minutos. La cancha que posee una evacuación más rápida es la del Festina Andorra (2 minutos). La más lenta es la del Júver Murcia (15 minutos).

Asientos de baloncesto

En los relativo a puertas de acceso al público, el pabellón peor dotado es el Pazo dos Deportes, del Dyc Breogán: tres puertas y 2.167 espectadores por puerta. El mejor, el del Zaragoza: 44 puertas y 202 espectadores por cada una de ellas. Finalmente, sólo cinco clubes ofrecen localidades de pie en sus canchas: Coren Orense, Valvi Girona, Elosúa León, Argal Huesca y Taugrés. El resto dispone de instalaciones con un 100% de espectadores sentados.

Es una evidencia: el cumplimiento de la ley y la adopción de medidas preventivas en los espectáculos deportivos funciona con un doloroso combustible: la tragedia. El último ejemplo fue la muerte del niño Guillermo Alfonso Lázaro en Sarrià, en marzo de

1992. De la noche a la mañana se acabaron las bengalas en el fútbol, a pesar de que la Ley del Deporte las había prohibido en 1990.

En 1989, Sheffield vivió la catástrofe más grave en la historia del deporte británico: 95 personas fallecieron aplastadas contra la valla de alambre en una mortal avalancha en el estadio Hillsborough. El hecho desenmascaró las pésimas condiciones de los estadios ingleses, muchos de ellos construidos a principios de siglo.

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