"El fútbol vive a la caza del culpable"
Benito Floro se ha asentado como entrenador del Real Madrid después de superar al Barcelona en el Bernabéu. Resta la mitad de la temporada, y su equipo la afronta con todas las opciones abiertas: Liga, Copa y Copa del LTEFA. En la entrevista, Floro defiende sus ideas tácticas, considera al fútbol como "algo maravilloso", y critica la falta de cultura futbolística que, según él, hay en España. Asimismo, y en un análisis personalizado de la columna vertebral del Madrid, lanza una advertencia a Prosinecki: "Debe dejar de fumar".
Benito Floro, de 41 años, defiende con pasión un discurso elaborado a lo largo de sus 14 años como profesional del fútbol. "Algunos dicen que soy tozudo. Pero no es cierto. Lo que sucede es que creo en mis ideas, y para cambiarlas deben convencerme".
Pregunta. ¿Qué diferencia hay entre ser el entrenador del Albacete y el del Real Madrid?
Respuesta. El contacto entre jugadores y entrenador es casi idéntico. La única diferencia es que en el Albacete te planteabas más cosas a la contra, y en el Real Madrid el trabajo es más ofensivo. En el aspecto deportivo-social, la diferencia es bastante grande. Todo lo que haga el Real Madrid tiene una repercusión enorme, intemacional. Tienes que plantearte muy bien las declaraciones, las actuaciones.
P. Uno de los cambios que ha introducido usted en el Real Madrid es el psicólogo deportivo. ¿Cómo se han adaptado los jugadores a ese método?
R. Unos se lo han tomado con interés; otros, como una obligación. Los que tenían interés lo siguen teniendo, porque es un trabajo beneficioso. Son reacciones particulares. Yo les hice una consulta cuando más crítico era el tema, y el comentario mayoritario entre la plantilla era de aceptación libre de este trabajo. Pero aún es escaso. A mí me gustaría que fuese más amplio.
Sensacionalista
P. El trabajo psicológico ha provocado bromas y críticas, incluso de algunos colegas suyos. ¿Por qué cree que el fútbol tarda tanto en asimilar métodos que en la sociedad o en otros deportes ya están aceptados?
R. En España, el fútbol es un producto muy sensacionalista, muy de pachanga. Cualquier detalle, en vez de ser analizado profundamente, es utilizado para sacar noticias que llamen la atención o que sirvan para divertir a la gente. En las encuestas a jugadores o a otros entrenadores, la mayoría se ha mostrado contraria al trabajo psicológico o pasa del tema. Pero nadie es capaz de decir en qué perjudica. Y no se cuestiona en qué puede beneficiar o para qué sirve. En el Madrid, y dentro del trabajo global que hemos realizado, ha beneficiado en que algunos jugadores se den cuenta de que concentrándose más antes de los partidos, eliminando tensiones, obtienen un ritmo de trabajo más constante en el partido. Hay jugadores que han comentado que con otra mentalidad se habría actuado peor en ciertos partidos, que la gente se habría inhibido más.
P. ¿Qué otras innovaciones le gustaría aplicar en su trabajo?
R. Voy a hablar de mi ideal, porque creo que los dirigentes debemos tener ideales como objetivos. Me gustaría que el Madrid tuviera un verdadero gabinete de psicología, otro de ásesoramiento de imagen, y otro de asesoramiento financiero para los jugadores que van creciendo en el club desde las categorías inferiores. Y también que el jugador realizara un trabajo profesional máximo. Es decir, que le diera un verdadero sentido al trabajo fisiológico: alimentación, recuperación, descanso... Y para eso habría que dotar de más medios al cuadro médico.
P. ¿En España se habla mucho de fútbol o de las anécdotas del fútbol?
R. De fútbol se habla poquísimo. Casi nada. De las anécdotas, muchísimo. Creo que los medios de comunicación, y sobre todo los especializados en deportes, consideran que esas noticias venden más, y para mí están equivocados. Yo creo que a los aficionados también les gustaría recoger experiencia y cultura futbolística, y no leer sobre las corbatas, las declaraciones o las guerras personales. Por ejemplo, del partido contra el Barcelona se recuerdan los dimes y diretes sobre el árbitro. Y no se ha hecho un análisis táctico de lo que sucedió.
P. En eso pueden haber colaborado los entrenadores españoles, que tradicionalmente huyen de las explicaciones tácticas.
R. Yo creo que algunos lo hacen para evitar polémicas y otros para buscarlas. Para mí, el fútbol vive a la caza del culpable y el premio del triunfador. No hay un término medio. No hay posibilidad de ser un profesional estable. Eso se palpa cada día. Y los entrenadores, como se sienten el primer chivo expiatorio, tratan de eludir su responsabilidad metiéndose con el árbitro, con los jugadores, y ocultando sus propias debilidades. Y eso impide que haya diálogos más constructivos entre nosotros.
P. ¿Usted toma notas cuando ve partidos de baloncesto o fútbol americano?
R. Nunca. A veces ves algo en el fútbol americano, porque todo son jugadas a balón parado. Pero el fútbol, para quien lo conoce de verdad, es algo especial. Tiene una gama de posibilidades excepcionales: es único, es maravilloso, es impresionante. Es riquísimo en todo; en arte, en gracia, es una guerra en el buen sentido de la palabra. Y si los medios de comunicación y los entrenadores fuésemos capaces de hacer llegar al aficionado esa idea, se eliminarían puntos de violencia y se disfrutaría más de un espectáculo maravilloso.
P. A usted se le acusa de apagar las individualidades, y subordinarlas a un trabajo mecánico del equipo.
R. Este país es así. Te ponen un sambenito y te cuesta mucho quitártelo de encima. Lo único que hay robotizado en el fútbol, en un 90%, es el trabajo defensivo, ya sea al hombre o en zona. Los defensores están mecanizados. Y eso no se considera malo. Por decirlo de alguna manera cruda y dura: ¡qué incultura y qué manera tan absurda de analizar el fútbol!
P. ¿Cuál es su teoría?
R. Como entrenador te planteas: jugar bien al fútbol significa hacer bien tres jugadas. No hay más. Dejando muy libres a todos mis jugadores, con muchísima inspiración, seguro que entre ellos van a hacer una jugada que les dé seguridad. Pero van a hacer sólo ésa. Siempre van a buscar ésa. Y el público la verá cinco veces y le gustará esa misma jugada, que tú no les has enseñado, les ha salido a ellos. O sea, Michel coge el balón y Butragueño se cruza. Eso se ha visto en el Bernabéu 40.000 veces. Tú como entrenador les dices: además de ésa, hay esta otra por la izquierda, esta otra por la derecha y esta otra por el centro. Os doy cuatro. Esas cuatro son preciosas y las podéis realizar. Pero no sólo Michel y Butragueño; también vosotros, Hierro y Zamorano. Ellos tienen la posibilidad de elegir cuando llegue el momento. Y entonces viene el que te pone el sello, como quien le pone el hierro a las reses, y dice: "No, eso es robotizar y mecanizar". ¿Qué es robotizar? Robotizar sería decirle a Michel: "No haga usted esa jugada preciosa con Butragueño y tire la pelota a la grada". Lo que hay que hacer es prever, dar posibilidades, darles opciones a añadir a las que les puedan surgir por su inspiración.
P. ¿Estudia usted italiano?
R. Estoy repasando el francés y el inglés, y leo algo en italiano. Son los tres idiomas necesarios para saber lo que se mueve en el fútbol europeo.
P. ¿Pero no se plantea un futuro en Italia?
R. Un entrenador nunca puede pensar en su futuro. Pero es que, además, yo soy un bicho raro. Para mí, ir a entrenar al Granada, por ejemplo, podría ser tan atractivo como dirigir a un Milan. Granada, que tiene una afición. dormida, podría volver a vibrar. Y eso, que ya viví en Albacete, es algo maravilloso, de una gran satisfacción personal.
P. ¿Es cierto que uno de sus dos hijos es del Barcelona?
R. Antes de irnos a Albacete, uno era del Valencia y otro del Barcelona. Por culpa de Roberto y Zubizarreta, que estaban en la selección. Luego fueron del Albacete y ahora son del Madrid, aunque mantengan cierta simpatía por el Valencia y el Barça.
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