_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rusia: la hora de las jaurías

Un revuelo inusitado en una céntrica plaza de Moscú. Es el 20 de enero a mediodía, ya en 1993. Junto a la estación de metro Universidad, el tráfico se detiene. Los peatones apresuran el paso y dan un largo rodeo. Y es que, al borde de la calzada, una jauría de perros ladra amenazante. Es ésta una escena cotidiana repetida en otras ciudades rusas. A veces hay ataques y heridos. Los perros no son muy grandes ni parecen feroces. Pero están hambrientos y vagan por las calles en jauría. Han sido abandonados por sus dueños. No sólo porque no hay comida para compartir, sino porque, ante la delirante inseguridad ciudadana, la gente ha echado de casa a sus perros falderos para sustituirlos por perros de presa, que les den seguridad en el salvaje mundo cotidiano de la nueva Rusia.La economía y la sociedad han seguido deteriorándose en los últimos meses. Los trabajadores que fueron forzados a tomar vacaciones sin sueldo durante varios meses en el pasado verano han regresado a sus puestos, al haber recibido las grandes empresas estatales nuevos créditos del banco central.

Pero dicha política de expansión monetaria en un año en que la producción ha caído en un 20% ha puesto a Rusia en el camino de la hiperinflación: en enero de 1993 la tasa de inflación se sitúa en el 50% mensual. Para el conjunto de 1992 el aumento de salarios no llegó a la mitad del aumento de precios. El número de desempleados reales es muy alto.

Las estrategias de supervivencia individual se asemejan cada vez más a la vida en la jungla. De la venta y reventa infinita de cualquier bien y servicio se ha pasado al robo generalizado, a la extorsión sistemática a los pequeños negocios, al control de los mercados, de la vivienda, de los hoteles, de parte del sistema financiero, de muchos medios de comunicación y de los grupos de influencia política por redes mafiosas organizadas, muchas veces sobre la base de grupos étnicos: los azeríes, los chechenos, los georgianos, etcétera. El Ayuntamiento de Moscú está fuertemente penetrado por dichas mafias y su control del proceso de privatización del patrimonio inmobiliario de la ciudad ha dado lugar a enfrentamientos violentos entre los distintos grupos, algunos de ellos saldados a tiros.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

En esas condiciones, la población sigue con creciente indiferencia la lucha que se desarrolla en la cúspide del poder, entre el presidente y el Parlamento, con el Gobierno como campo de batalla. Así, recientemente, en la región de Krasnodar, en el sur de Rusia, una elección legislativa parcial tuvo que ser anulada por no contar con la participación preceptiva mínima del 50% de los electores. Y de haber sido válida la elección el ganador hubiera sido el candidato comunista.

Pese a ello, en el conjunto del país, Yeltsin continúa siendo el único líder en el que aún se deposita una cierta confianza, aunque su popularidad se haya erosionado fuertemente en los últimos meses. Pero, como es sabido, Yeltsin tuvo que aceptar en diciembre un compromiso inestable con el Parlamento, aún controlado por fuerzas hostiles a la reforma, teniendo que prescindir de su primer mi nistro Gaidar y de su mejor es tratega político, Burbulis. En realidad, el presidente ruso pensaba disolver el Parlamento, promulgar por referéndum una nueva Constitución y forzar de inmediato nuevas elecciones, manteniendo entretanto el Gobierno reformista. Pero sólo un 20% de diputados permaneció fiel a Yeltsin. Y, sobre todo, el 10 de diciembre, el ministro de la Defensa y el ministro del In terior comparecieron ante el Parlamento para expresar su apoyo a dicha institución. Ante ello, Yeltsin tuvo que aceptar como nuevo primer ministro a Chernomirdin, teóricamente apoyado por el sector de gran des empresas estatales, y dar al Parlamento un mayor control sobre las reformas. Pero se trata sólo de un paréntesis político. Se ha convocado para el 11 de abril un referéndum en el que se votará sobre una serie de complejas cuestiones para redactar una nueva Constitución sobre la base de la respuesta popular a estas preguntas. Tras el referéndum podría procederse a nuevas elecciones, tanto presidenciales como parlamentarias. Pero, en realidad, no es evidente que el referéndum llegue a celebrarse ni que voten en él un 50% de los ciudadanos. El nuevo Gobierno está cada vez más paralizado, porque en él siguen siendo fuertes los reformistas, que controlan varios ministe rios económicos. El primer decreto de Chernomirdin en enero, imponiendo regulaciones administrativas de los precios de varios productos, fue rechazado por sus propios ministros, sin que ello provocara crisis ministerial.

Y es que la clave para entender los conflictos y estrategias en la Rusia actual no es político-ideológica, sino económico personal. Lo que se está jugando es quién controla la riqueza del país, por el medio que sea. Y como los resortes del Estado son los que dan acceso a los re cursos económicos, las luchas políticas se concentran en la obtención de dichos recursos para clanes personales. Por eso, todos los grupos coincidieron en la crítica y oposición feroz contra el pequeño grupo de demócratas-tecnócratas en los que se apoyaba el presidente. La eliminación o cooptación del Gobierno Gaidar era/es el último obstáculo que había que despejar para proceder al gran saqueo de Rusia, en el que participan la antigua nomenklatura comunista convertida en especuladores financieros, parlamentarios de todas las tendencias, líderes municipales y regionales, dirigentes de las grandes empresas, nuevos comerciantes del sector cooperativo y sectores criminales de las poderosas mafias.

En el fondo, la construcción del capitalismo en Rusia no es tan diferente de lo que fue su origen histórico en Occidente. La acumulación primitiva también se hizo en nuestros países mediante el pillaje y la violencia, mediante la expulsión de los campesinos de sus tierras, la forzada proletarización de la población, la corrupción de los funcionarios y policías y la extorsión del pequeño empresario por los monopolios apoyados en el poder del Estado, aunque luego se fuera decantando en el transcurrir histórico el discreto encanto de la burguesía. Por ello, aún queda la esperanza de que a través de la difusión social de los mecanismos de mercado y la emergencia de una conciencia ciudadana se vaya constituyendo ese capitalismo democrático de miles y miles de nuevas empresas que constituía en realidad el proyecto del equipo Gaidar-Burbulis. Pero también puede suceder que, tras el semigolpe institucional que se ha producido en diciembre, la brutal competencia entre los distintos clanes económicos provoque la reacción exasperada de una población atizada por la demagogia nacional-comunista, cada día más fuerte y más presente en todo el país. Si eso ocurre, tras la noche del comunismo llegará la hora de las jaurías.

es catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_