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LA TRANSICIÓN EN RUMANÍA / 1

Después de la batalla

Rumanía entra en la economía de mercado en medio de la desorganización y el 'tirón' de la inversión extranjera

Jorge M. Reverte

La economía privada llega ya en Rumania al 10% de la producción, y alcanza el 22% de las ex portaciones, pero todavía no ha conseguido cubrir las necesidades de la población, ni siquiera para el simple hecho de acceder a lo poco que hay.Ceaucescu fue el único dirigente de los antiguos países comunistas en negar que el fracaso de su sistema era definitivo, y fue el peor asesino de la historia reciente de Europa. En Rumania son aún muy evidentes los signos de la destrucción, aunque comienzan a percibirse síntomas de una recuperació económica, del cambio de sistema.

El sangriento final del régimen anterior condujo a una situación política endurecida en la que se vino abajo la idílica unidad que representaba el Frente de Salvación Nacional, un colectivo de partidos que tenían en común el deseo de liquidar el comunismo de Ceaucescu y su anterior militancia en el Partido Comunista.

Lo cierto es que, simpatías o antipatías aparte, el estado de las libertades públicas es muy similar en Rumania al que se disfruta en los restantes países del Este de Europa que han vivido la transición. Hay una Constitución democrática, los periódicos circulan a centenares con textos que carecen de rodeos para expresar las distintas opiniones, y no hay un ejercicio desde el Estado de una represión ciega o sistemática contra la oposición.

La lentitud del cambio

Pero los cambios son más lentos de lo que todos querían. Para el viajero, entrar en Rumania es algo así como penetrar en un escenario de película sobre el comunismo hecha durante la guerra fría. En la frontera con Bulgaria (un paso a través del Danubio por un puente de sólo dos carriles), los vehículos se amontonan esperando el lento trabajo de los guardias de aduanas. Sus uniformes son los que se vieron en las imágenes de la caída del régimen de Ceaucescu. Sus caras no denotan el menor aprecio por los viajeros. Los camiones, los autocares repletos de gitanos que apenas pueden acomodarse en el interior con los bultos, los autocares de turistas occidentales, sufren unos interminables registros que convierten el paso en una auténtica tortura. No hay luces en la aduana, no hay posibilidad de utilizar el lavabo si no se ha conseguido cambio en leis de alguna moneda fuerte. El frío penetra hasta los huesos y la parsimonia de los uniformados acaba por resultar insultante. Nadie ignora la razón: la principal fuente de corrupción en Rumania está en las aduanas; lo confiesan sin rubor las propias autoridades del Ministerio de Finanzas. Cualquiera que pase ha de dejar algo de botín para los aduaneros, a riesgo de que su vehículo no pase o sufra las consecuencias..

Como en todos los países del Este, el mayor interrogante surge cuando se intenta comprender el mecanismo de la nueva acumulación de capital, el dinero que permitirá privatizar la economía.

El grueso del dinero que se convierte en el capital interior se está acumulando, sobre todo, en las frontera s. Hay contrabando de mercancías que aprovecha las diferencias de precio con Bulgaria, con Serbia, con Grecia. Pero, sobre todo, la congelación de los precios del combustible.

Rumania es un enorme paisaje de luces mortecinas. Las carreteras, los campos, las ciudades, la propia capital, Bucarest, ofrecen un tétrico aspecto nocturno en el que sólo algunas pálidas luces rompen la oscuridad. Ese espectáculo no es, sin embargo, achacable sólo a la falta de recursos del país (deficitario en el terreno energético) sino a una irracional utilización de los combustibles. En relación con su nivel de desarrollo y sus necesidades reales, Rumania consume varias veces lo que sería suficiente para cubrir el consumo energético tuviera una estructura lógica su consumo. Además, el mantenimiento de los precios políticos para el fuel y la gasolina y la irracionalidad de la distribución provocan situaciones tan aberrantes como la de que un ama de casa prefiera dejar encendida la llama de la cocina durante mucho tiempo antes que enfrentarse al problema de no tener cerillas para volver a encenderla.

Penuria callejera

Este hecho acentúa la evidente sensación de penuria que se res pira en el país. Ya han pasado los peores tiempos en que no ha bía nada que comer, pero no es extraño ver a gente arracimarse ante un escaparate para observar con envidia cómo un pollo se asa. Los mendigos y los golfos del mercado negro de cambio, las prostitutas que merodean en torno a los hoteles son otros in quietantes indicadores de la pe nuria en que la población aún se desenvuelve. Penuria que es objetiva (un nivel de vida bajo. un desempleo que este año va a rondar el 10% de la población activa, sin apenas protección social) pero también viene dada por un sistema de distribución que apenas ha evolucionado. La economía privada llega ya al 10% de la producción y alcanza el 22% de las exportaciones, pero todavía no ha logrado cubrir las necesidades de la población, ni siquiera para acceder a lo poco que hay. Los rumanos siguen moviéndose por la calle con el espíritu del "por si acaso", encarnado en la bolsita o la cartera que todo el mundo porta consigo por si ve algo que pueda comprar.

Las grandes fábricas que encarnaban los sueños autárquicos del dictador Ceaucescu están prácticamente paradas y acabarán de pararse en el momento en que los desarmes aduaneros previstos se conviertan en un hecho. Sólo en los nueve primeros meses de 1992, la producción industrial ha experimentado una caída del 23,5%, acumulable a las caídas registradas en los dos años anteriores, que suman casi el 45%.

. En cuanto a los recursos exteriores, las inversiones han comenzado a fluir hacia el país, principalmente al comercio, tu rismo, transportes e infraestructuras. En los tres años que siguieron a la caída de Ceaucescu, la inversión exterior ha ascendido a algo menos de 1.000 millones de dólares, casi siempre en la moda lidad de joint ventures, un total que supera las 16.000. Los incentivos fiscales que la ley de inversiones extranjeras proporciona son un buen reclamo para el capital exterior. Y los más avispa dos han intuido algo que resumen el consejero comercial de la Embajada española, Jorge Mariné: "El potencial de crecimiento de este país es enorme, con unos recursos humanos muy cualifica dos y unos recursos naturales que explotar racionalmente".

La isla latina de Iliescu

"Rumania es una isla latina en un mar eslavo" El presidente Ion Iliescu repite la frase que es casi una consigna para los miembros del Gobierno rumano, y que no es sino el reflejo de un sentimiento generalizado de aislamiento. Un aislamiento que comenzó con la mineriada y que se ha intensificado por una causa de origen milenario: los conflictos con sus vecinos directos: húngaros y rusos.El presidente rumano acepta con una cordialidad extrema la entrevista para EL PAÍS. Elogia el periódico (aunque sus colaboradores han insinuado antes que no está contento con la imagen que de él ha dado en ocasiones el periódico) y entra con soltura al cogollo de la conversación.

"La democracia está perfectamente asentada en nuestro país. Las transformaciones son profundas y evidentes. En tres años se ha pasado de un sistema totalitario a una sociedad libre, donde hay libertad de expresión, de manifestación... no hay huella del monopolio. Como en España cuando se acabó el franquismo, aquí se crearon casi doscientos partidos políticos que se han ido depurando por el juego electoral. Hubo un proceso de año y medio para elaborar una Constitución democrática equiparable a la de cualquier país occidental que se debatió en el Parlamento y se aprobó en referéndum".

La aceptación de Rumania como miembro asociado por el Consejo de Europa es para el presidente un refrendo de este proceso, un reconocimiento de los esfuerzos rumanos para acceder a un régimen democrático homologado.

Estos avances, sin embargo, son insuficientes para traer la tranquilidad a los gobernantes rumanos. Su carácter insular en ese mar eslavo obliga a pelear en muchos frentes. "Los círculos de Budapest fomentan los problemas en el interior de Transilvania. Allí, las minorías han convivido siempre sin problemas, los húngaros tienen derecho a su enseñanza, a su cultura, todos los derechos políticos, y se sigue hablando de que son una minoría perseguida. Tienen 13 representantes en el Parlamento".

"Rumania es un país estable, donde se ha consolidado la democracia". Es su más destacado mensaje. Y los logros obtenidos por la diplomacia rumana en los últimos meses lo prueban. Iliescu reconoce que para ello han necesitado alguna ayuda, y cita con evidente placer la colaboración española: "Los rumanos tuvimos un emperador español, Trajano, tenemos lazos históricos muy fuertes. España nos ha ayudado para obtener el reconocimiento internacional en la Comunidad Europea. Mis contactos en la Expo con el Rey Juan Carlos y Felipe González me han servido para constatar el interés de los españoles por mi país".

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