Un hombre se vuela la cabeza después de matar a su suegro y a un cuñado
José Luis Lucendo Aliaga, de 44 años, merodeaba desde hace dos días el domicilio de la familia de su esposa, Lucía de los Mozoi Montesinos, que hace un mes se fue de casa, agotada de ser maltratada. Anoche, el hombre subió al séptimo piso de] edificio situado en el paseo de Santa María de la Cabeza, 141, y disparó en el descansillo de la escalera a su suegro, Francisco de los Mozos Recena, de unos 58 años, y al hijo de éste, Francisco Javier, de 21, que murieron en el acto. El hombre bajó hasta la calle y una vez fuera del inmueble se disparó en las sienes con las dos pistolas que llevaba.
Otros dos hijos del fallecido Francisco de los Mozos, Antonia, de 25 años, y Diego, de 14, resultaron heridos de bala en el tiroteo. El chaval, que sufría una herida superficial en la mama y el hombro derechos, fue dado de alta en el hospital Doce de Octubre después de ser curado, mientras que su hermana quedó internada en la unidad de cirugía torácica. Anoche se desconocía el pronóstico.La familia tenía cinco hijos. La esposa del agresor no estaba en la casa en el momento del homicidio, recién pasadas las nueve de la noche. "Le daba mala vida y mira como ha acabado", reflexionaba una vecina sobre el destino del homicida. Todo el vecindario no cesaba de comentar que José Luis Lucendo Aliga, vigilante jurado, pegaba a su mujer desde hacía tiempo. Llevaba casado diez años y tenían un hijo de nueve. El domicilio conyugal se encontraba en la localidad de Humanes.
Hace aproximadamente un mes, relataba conmocionado un yerno de Francisco de los Mozos, Lucía había acudido a la casa de sus padres, huyendo de las palizas de su marido. Su familia le había denunciado por malos tratos poco antes de que ella se refugiara con los suyos. La mujer, anoche, después del suceso, se retorcía postrada de dolor en un vehículo del Cuerpo Nacional de Policía.
"Algo grave tenía que pasar", aseguraba un vecino que había visto dormir a José Luis Lucendo las dos últimas noches en el patio interior de la casa que da acceso a la escalera.
Entre los pisos séptimo y sexto yacía anoche el cuerpo sin vida de Francisco, empleado de correos, con un disparo en el centro del estómago. Un tramo de escalera más arriba su hijo también había perdido la vida a tiros. En el suelo se veían unos guantes de goma desgarrados. Según los familares, el guardia jurado consumó anoche sus deseos de venganza de la familia de Lucía. Ésta trabajaba en el metro de Madrid.
El agresor, también sin vida, estaba tendido fuera del inmueble, con la cabeza destrozada. Dos pistolas yacían a su lado. Según dos chavales que estaban jugando en la zona, el hombre se disparó con ambas a cada lado de las sienes.
Pasadas las diez de la noche, con todo el vecindario consternado asomado al patio de la casa, regresaba a la casa otra de las hijas del hombre muerto, que sufrió un choque nervioso al enterarse de sopetón de lo ocurrido. Hacia las once de las noche se procedió al levantamiento del último de los cadáveres, el del hombre que sembró la tragedia en la familia De los Mozos Montesinos.
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