_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los separados

El príncipe Carlos de Inglaterra se venga de su esposa, la princesa Diana, impidiendo que vea a sus hijos, han desvelado expertos en intimidades palaciegas y en desamores principescos. No es de extrañar: cuando las parejas separadas recaban la guarda y custodia de los hijos, suelen entablar feroz pendencia, así sean príncipes herederos o compañeros del taller.La historia es de lo más común: la reina de Inglaterra propuso pasar las navidades en familia; la princesa Diana dijo que con la suegra y con el borde del marido, ni muerta; el marido celebró verse libre de su desabrida presencia, pero exigió quedarse con los niños durante las fiestas. Y vino la bronca. O sea, exactamente igual que la mayoría de los separados, con la diferencia de que unos viven en un castillo almenado y otros en un piso de Moratalaz.

Las navidades suelen ser traumáticas en los casos de separación. Allí la porfía por tener a los niños durante las vacaciones; allí los ruegos y, si no, las amenazas, a fin de compartir con ellos la Nochebuena; allí la súbita condescendencia para que los goce el otro en Nochevieja, con el perverso propósito de arruinarle el cotillón.

Los chicos sufren en silencio la estulticia de sus padres, hasta que llega el Día de Reyes y empiezan a considerar que ser hijo de separados tiene sus ventajas. Porque ese día los papás se vuelven locos y les compran la bicicleta, el coche de baterías, los videojuegos, la muñeca parturienta, el teléfono portátil, la cocina supersónica y cuanto anuncie la televisión. Si se han de empeñar, se empeñan. Lo que haga falta, con tal de granjearse las voluntades de los niños, no importa si es a costa de convertirlos en prepotentes y egoístas.

Moraleja: sea menestral o poderoso, siempre acaba el malcasado haciendo el oso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_