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Código de barras en la acuarela

Se abre la séptima edición del supermercado de cuadros a precios asequibles

La publicidad de Supermercado de Arte 1992-1993 aprovecha los reclamos de, cualquier economato. familiar. Precios de risa, dicen los folletos, que ofrecen cuadros como podrían mostrar lavadoras. En Madrid se inauguró la pasada semana la séptima edición de un mercado sin complejos, sordo ante las voces que lo tachan de irreverente, porque, según comentan sus organizadores, "ferias como Arco también tienen críticas". Este ya habitual supermercado estará abierto hasta el 23 de enero en la galería American Prints, de Claudio Coello, 16.

El tamaño de esta galería no da para cumplir el ritual de pasar por caja con el arte amontonado en un carrito. El hecho quita gracia a la anécdota de que sea precisamente Manolo Escobar, propietario del carro más buscado de la historia, un cliente fiel. Pero, exceptuando la ausencia del emblemático chisme de cuatro ruedas y la venta a plazos, todo lo demás se ciñe a las reglas del súper, cómoda abreviatura que los responsables utilizan para citar con rapidez su estrategia comercial.Tres cestas de aluminio dividen las 100 obras de cada artista según su precio de venta al público, nunca más de 22.990 ni menos de 6.990 pesetas. Chiti Ayuso, Santi Cueto, Eva Davidova, Elisa y Enriquito, Philipe Stanton.... así hasta 28 artistas. Cada papel, debidamente firmado, se vende en envase de plástico transparente del que cuelga una etiqueta. Por no faltar, no falta ni el correspondiente código de barras además de una foto del artista y su currículo a modo de denominación de origen. El pasado año, entre Madrid, Barcelona y Valencia, más de 20.000 personas optaron por comprarse un cuadro como quien se lleva a casa un detergente en oferta.

Síndrome de infidelidad

El invento nace en Barcelona, nueve años atrás, de la mano de Jean Pierre Guillemot y los hermanos Albero. Tras el fallecimiento del primero y alguna que otra excisión en el equipo, los Albero siguen al frente, del originariamente llamado H¡permercar't. Mariscal, Peret o Javier Chapa formaron parte del catálogo inicial, y hoy su trayectoria anima a los principiantes. La filosofia de los organizadores provoca en los artistas un síndrome de infidelidad, síntoma inequívoco del éxito. "Nos gusta coger a la gente que está empezando, con poco acceso a las galerías, la prensa o los coleccionistas", comenta Montse Miralles, responsable de organización."Somos como la rampa que les ayuda a subir, y es lógico que cuando se cotizan nos dejen. Es una pena, pero propicia la entrada de nuevos pintores. Por ejemplo, uno de los más so licitados este año es Philipe Stanton. Es la tercera vez que participa y dudamos de que en la próxima edición se pueda in cluir su obra".

"Originales a precios asequibles igual a idea positiva" es la ecuación resuelta con que el aludido Stanton (Ohio, 1962) define la esencia del súper. Es el artista estrella del 92-93. Ha pintado el logotipo y marcado la estética que, por suerte para él, coincide con la línea del mercado. Tendencias que no se ciñen a otra norma que la comercial.

Montse Miralles lo ratifica: "Ofrecemos lo que quiere el público, y este año nadie compra negro o gris. Todo el mundo parece buscar arte figurativo y con mucho color". El propio Stanton reconoce que se corta la coleta para el súper: "Llega un momento en que no puedes hacerlo, porque la gente está pagando mucho más dinero por mis cuadros", comenta refiriéndose a su última exposición en Barcelona, donde su obra se vendió entre las 60.000 y las 690.000 pesetas. Tampoco oculta que el destajo le sirve como ejercicio pictórico. "Aprovechas el pequeño formato y experimentas. Por ejemplo, trabajar para el súper me permite hacer 10 bodegones. Veo lo que sale y aplico resultados en la obra grande".

El resto del año, American Prints es una pequeña esquina dedicada al arte gráfico. "El año que viene nos trasladamos a la galería Jorge Albero, muy cerca de aquí", comenta Montse Miralles. Si para Philipe Stanton el sistema sirve "para que el público entre sin miedo a una galería y no tenga ni siquiera que preguntar el precio de una obra", para los organizadores es importante que "gente muy variada y especialmente joven se lleve un cuadro por el precio de cualquier regalito navideño".

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