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La BBC apuesta por la especialización de su programación

La dimisión de Jonathan Powell, director de la primera cadena de la televisión pública británica BBC, anunciada el pasado jueves, pone de manifiesto el choque de ideologías en el debate sobre el futuro de la BBC. Partidario de una mayor popularización, su estrategia de programación choca directamente con el objetivo del director general, John Birt, de crear una televisión "distinta" a la ofrecida por las cadenas comerciales y optar por la especialización de su programación.

A finales de noviembre, el debate interno entre los responsables de la BBC pasó a dominio general. En dos días consecutivos, el Gobierno lanzó su documento consultivo en previsión de la nueva normativa -el royal charter por el que se rige la BBC expira en 1996- mientras que Birt lanzó su propuesta de renovación.Ambos documentos coinciden en la necesidad del cambio, porque, como señaló Peter Brooke, ministro británico del Patrimonio (equivalente a Cultura en otros países), la corporación "no puede mantenerse inmutable en un mundo en perpetua evolución", aunque los detalles sobre este necesario cambio brillan por su ausencia.

'Tficiencia, calidad, distinción, reconversión" son los términos más frecuentes del documento de la BBC. Para conseguir estos objetivos, Birt defiende la concentración de los recursos en programas de "extraordinaria calidad que corran peligro en un mercado puramente comercial". El mantenimiento de los niveles de audiencia pierde prioridad frente a la preocupación por especializarse en áreas de información y documentales, educación y entretenimiento genuinamente británico. Pero, al mismo tiempo, la nueva BBC justifica la producción de culebrones siempre que sean "distintos".

Birt asume el hecho de que en los próximos diez años las dos cadenas de la BBC perderán audiencia desde su cuota actual del 45% hasta un 30%. Además de la especialización en la programación, la evolución de los canales por satélite justifica estas previsiones a la baja. En cuanto a las cinco emisoras nacionales y las 37 radios locales de la BBC, Birt no descarta la posibilidad de cerrar aquellas bandas cuyo contenido esté cubierto por las radios comerciales.

Las sugerencias más radicales de la época thatcheriana -privatización del Ente y admisión de publicidad- parecen descartadas. Brooke acepta que el actual sistema de financiación -el pago de una licencia (actualmente. en torno a las 14.000 pesetas anuales) por el mero hecho de tener un aparato de televisión- podría mantenerse, porque "nadie ha descubierto un sistema mejor". Su idea más radical, la creación de un Consejo del Servicio Público de Radiodifusión encargado de subvencionar aquellos programas genuinamente públicos independientemente de la cadena que los produzca, cubre tan sólo un párrafo corto de su documento consultivo.

Reestructuración

Pero Brooke insiste en que la BBC deberá demostrar que se merece recibir la licencia que paga cada ciudadano. En este sentido, la reestructuración del Ente público se ha adelantado a los acontecimientos. Desde 1986, la plantilla se ha reducido en un 20%, y existen planes para despedir a unos 4.000 empleados de los 24.000 que trabajan actualmente. La producción ha sido otra víctima de la reconversión. La nueva idea lanzada por Birt implica la posibilidad de contratar los servicios necesarios allí donde se ofrezca el mejor precio. De esta forma, cada sección del Ente compite por el mejor presupuesto del mercado, aunque, paradójicamente, los productores de la BBC no pueden vender sus servicios al exterior.El debate no ha hecho más que comenzar. Existe consenso en cuanto a la necesidad de contener el gasto. Por el contrario, no todos ven con buenos ojos el objetivo de Birt de transformar esta reconocida televisión en una oferta altamente especializada.

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