Críticas en Francia porque suprimen un programa de libros en televisión

El dinero venció de nuevo. Incluso en la televisión pública francesa la necesidad de incrementar la audiencia para conseguir más publicidad ha podido con los libros. A partir del próximo 18 de diciembre, los telespectadores franceses entonarán su defintivo adiós a su cita con la literatura de los viernes por la noche. Una cita protagonizada durante 13 años por Apostrophes, el legendario programa de Bernard Pivot, y, desde 1990, por Caractéres, de Bernard Rapp.

El anuncio de la muerte de Caractéres, que se emitía en France 3 y recogía un 2,5% de la audiencia, ha sido recibido como una catástrofe nacional. "El servicio público abandona una de las últimas tradiciones que daban su singularidad a la televisión francesa", decía ayer en primera página el diario Le Figaro. "Es lamentable la indiferencia del poder socialista respecto a los programas culturales de las cadenas públicas", declaraba el diputado gaullista Jacques Toubon. E incluso el propio secretario de Estado para la Comunicación en el Gobierno socialista, Jean-Noel Jeanneney, calificaba de "intolerable, inadmisible, insoportable" la desaparición de Caractéres, un espacio semanal con comentarios de los libros que se publican y en el que aparecían los autores en una especie de tertulia educada.Tal era el escándalo que Hervé Bourges, presidente de France-Télévision, el organismo que agrupa las dos cadenas públicas del país, se apresuró a informar que ha propuesto a Bernard Rapp la creación de otro programa cultural. Rapp intentaba tomárselo con calma. Confirmaba haber aceptado la propuesta de dirigir un nuevo programa los domingos por la tarde, pero precisaba que no estará consagrado exclusivamente a los libros. Se tratará de un magazine cultural como el que, desde la sustitución de Apostrophes por Caractéres, viene haciendo Pivot los domingos por la noche con el nombre de Bouillon de culture.

Cuestión de principio

La noticia conmocionó al mundo literario. "Todos los amantes de los libros estamos de luto", dijo el académico Jean d'Ormesson. El escritor Philippe Sollers explicó así el caso: "Estamos en la época de la no lectura organizada. Vemos desarrollarse la lógica infernal de la publicidad y, en paralelo, una indiferencia creciente respecto a la cosa escrita. Conservar los programas literarios en la televisión debería ser una cuestión de principio".Los editores estaban muy deprimidos. "Estoy estupefacto ante esta nueva prueba de la incoherente política cultural del Partido Socialista", dijo Yves Berger, director literario de Grasset. Jean-Paul Bertrand, presidente de la editorial Rocher, fue aún más contundente: "El hecho de suprimir un programa que habla de libros es un peligro para la democracia".

Los programas literarios tienen una gran tradición en Francia, especialmente el legendario programa de Bernard Pivot, Apostrophes, que durante 13 años informó a los franceses sobre las últimas novedades del mundo editorial. Los principales autores pasaban por un programa que garantizaba un aumento inmediato en la venta de los libros comentados. Pero sobre sus aspectos comerciales, el programa tuvo una importancia social en la difusión del pensamiento y la literatura francesa