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Los primeros pasos del Estado kurdo

Intento de construir una democracia bajo la protección internacional en el norte de Irak

La antecámara del despacho de Nasih Ghafoor-, ministro de Educación del Gobierno regional de Kurdistán (en el norte de Irak), recuerda la sala de espera de la consulta de un médico. Hombres y mujeres aguardan pacientemente ser recibidos por el ministro, quien atiende personalmente a cada uno de ellos para escuchar sus quejas o problemas. No es un caso aislado. Lo mismo ocurre en los Ministerios del Interior o de Economía. El contacto directo con los ciudadanos es hoy una de las características del joven Gobierno kurdo salido de las elecciones del pasado mes de mayo.

Poner en funcionamiento la administración de un territorio y un pueblo que no son independientes y que forman parte de una nación, Irak, cuyo Gobierno es un enemigo declarado no es tarea fácil. Kurdistán fue siempre el más olvidado, maltratado y perseguido por los regímenes de Bagdad. Tras la guerra del Golfo y la posterior revuelta kurda, la herencia dejada por Sadam. Husein en el norte de Irak se contaba en miles de refugiados, cientos de poblaciones arrasadas y una escasez de los productos más básicos. Comenzó a llegar la ayuda internacional y el mundo estuvo pendiente de este pueblo durante unos meses. Después, cuando ingresó de nuevo al grupo de los olvidados, debió ponerse a trabajar con lo único que tenía: recursos humanos.En mayo pasado se organizaron unas elecciones, obviamente no en las mejores condiciones para los estándares occidentales, pero el pueblo pudo votar por primera vez. Los dos líderes kurdos más respetados, Masud Barzani (Partido Democrático de Kurdistán, PDK) y Jalal Talaban¡ (Unión Patriótica de Kurdistán, UPK) se repartieron, a partes iguales, los votos. Los dos rivales políticos formaron un Gobierno de coalición de 15 ministerios y se constituyó un Parlamento con 105 diputados, que ocupa un edificio de la capital, Arbil, que en un tiempo fue sede de la Asamblea Nacional de Kurdistán, controlada por Sadam Husein. Los escaños se reparten entre el PDK (50) la UPK (50) y cinco diputados cristianos. "Para estar representado en el Parlamento se requiere un mínimo del 7% de los votos. Los cinco diputados cristianos no obtuvieron este porcentaje, pero están en la Cámara para proteger los derechos de las minorías", explica Ferset Ehined Abdulá, secretario del Parlamento.

Desde el 4 de julio se han celebrado 55 sesiones de la asamblea plenaria, en las que se han aprobado un buen número de leyes sobre educación, agricultura, religión, finanzas, justicia, los peshmerga o protección de los extranjeros. Los parlamentarios discuten actualmente un proyecto de Constitución para Kurdistán. "No somos un Estado, ya que nos consideramos parte de una federación futura en Irak, y queremos establecer un sistema republicano". De momento no hay presidente de Kurdistán porque todavía no se han celebrado elecciones presidenciales -Barzani y Talabani son los únicos candidatos con posibilidades-. El puesto lo ocupa provisionalmente el presidente del Parlamento.

Treinta abogados trabajan en el estudio de los sistemas democráticos en el mundo, con especial énfasis en los parlamentos europeos. El presidente de la Cámara realiza estos días una gira por el Reino Unido, Suiza, Suecia y Alemania. "Queremos aprender de las experiencias de otros países y hemos utilizado leyes de países democráticos", señala Baftiar Ofhman, diputado del PDK y presidente de la asociación de abogados de Arbil.

País devastado

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A Salahadin Hafeed (UPK), ministro de Economía, le corresponde hacer frente al reto colosal de reconstruir un país devastado económicamente por el régimen de Sadam Husein, que, a partir del 21 de octubre de 1991, decretó un embargo total contra Kurdistán. Esta decisión se sumaba a las sanciones decretadas por la ONU contra Irak y que incluyen también a la población kurda, en la medida en que formalmente no constituye un Estado propio. "Gasóleo, gasolina, queroseno,gas, son nuestras máximas prioridades ante la llegada del invierno", dice Hafeed. Pese a las dificultades, las autoridades kurdas intentan administrar la economía. "No somos pobres", subraya el ministro. "Tenemos un millón de hectáreas de tierra apta para la agricultura, algunas minas, petróleo en un país mayor que Holanda, donde viven 14 millones de personas. Sólo necesitamos que nuestros amigos nos ayuden en esta primera fase, y luego ya podremos caminar solos". A lo largo de la carretera desde Zajo a Dohuk y Arbil hay grandes extensiones de terreno sin cultivar. Faltan semillas y fertilizantes, y la maquinaria agrícola no puede funcionar si el combustible no llega. El abandono del campo no sólo implica la escasez de productos alimenticios básicos, sino que eleva a cifras astronómicas el número de desempleados entre una población esencialmente agraria.

"Nadie te ayuda si antes no demuestras que existes. Por ello hacemos grandes esfuerzos internos para funcionar. A partir de aquí es cuando empezamos a pedir ayuda a nuestros amigos en el exterior. Esta experiencia es un símbolo de democracia, y confío en que los Gobiernos democráticos del mundo nos ayudarán", sentencia Hafeed.

La sistemática destrucción de los, pueblos kurdos en el norte de Irak por el Gobierno de Bagdad comenzó en 1961, paso a paso, hasta 1988. "Querían borrar al pueblo kurdo del mapa. Apareció Kuwait y Sadam no pudo culminar su propósito. Tras la rebelión de 1991 ya no quedaban pueblos por arrasar, y comenzaron a derribar algunos barrios en Dohuk y Arbil", relata Jamal Jalal, de la Organización para la Reconstrucción de Kurdistán.

La educación

Más de 12.000 kurdos tienen certificado de estudios; más de 11.000 han finalizado la enseñanza media; 600 obtuvieron titulación superior; más de 160 tienen un doctorado y 120 poseen un alto nivel de especialización. Según el Ministerio de Educación, el nivel de titulación es considerable y proporcionado a los tres millones de habitantes en "la región liberada de Kurdistán, en comparación con las condiciones de otros muchos países en vías de desarrollo", afirma Nasih Ghafoor, ministro de Educación.El cambio más importante en el terreno educativo ha sido la recuperación del kurdo como idioma de estudio. "El árabe es también obligatorio escrito y hablado. Poco a poco intentamos pasar del árabe al kurdo, pero aquél no puede desaparecer porque formamos parte de Irak", dice el ministro. Los anteriores programas de estudio se mantienen en gran medida, aunque con una modificación sustancial: "Hemos. introducido el estudio de la historia de Kurdistán y de su lucha, hemos abandonado todas las lecciones referentes al Baas [partido en el Gobierno de Irak] y a su ideología, y pretendemos -una kurdinización de la educación al margen de los partidos políticos". "Las minorías cristiana, turca y árabe pueden mantener su idioma, porque no olvidamos sus derechos y sentimientos". La ideología baasista se irá sustituyendo, subraya el ministro, por una nueva ideología basada en el respeto al prójimo, a las minorías, a los extranjeros. La mayoría de los maestros, incluso los que trabajaban con. el Baas, han permanecido en Kurdistán.

El Ministerio de Educación dispone de una, cuarta parte del presupuesto de Kurdistán y es el de mayor envergadura de todo el Gobierno. Tiene oficinas y delegaciones en numerosos puntos de la región para atender una cifra de 600.000 estudiantes de todos los niveles.

El mayor obstáculo es material y no humano -"tenemos suficientes profesores, pero no podemos pagarles el salario"-. Faltan edificios para escuelas, material escolar, desde lápices, tizas, pizarras, sillas y mesas a libretas y libros de texto. El ministerio no tiene un solo ordenador y carece de imprenta.

La seguridad del territorio liberado de Kurdistán, como gusta llamarlo el Gobierno de Arbil, es garantizada por los peshmerga, que hasta ahora pertenecían en su mayoría a uno de los dos partidos en el poder. El nuevo Gobierno trata de unificar estas fuerzas en un ejército único, aunque, hoy por hoy, no sólo el PDK y la UPK, sino todas las otras fuerzas políticas, mantienen sus milicias armadas. La mayor amenaza sigue viniendo de Irak. Ante la imposibilidad, debido a la cobertura aérea de la coalición internacional, de lanzar una ataque a gran escala para abortar el experimento kurdo, el régimen de Bagdad ha optado por el terrorismo a través de agentes infiltrados. Un día es una bomba en un hotel de Suleimaniya, otro es un ataque a un convoy con ayuda humanitaria. Se trata, por el momento, de incidentes aislados, pero que recuerdan al Gobierno kurdo que el vecino del Sur sigue siendo su principal enemigo.

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