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Entrevista:

"Yo tengo que morir con mis ideas"

El partido ante el Madrid servirá de referencia. Saber si el momento del Rayo es pasajero.Pregunta. ¿Una reválida para equipo y técnico?.

Respuesta. Para el equipo no sé. Para mí, no. Yo paso reválida todas las semanas. A mí se me espera. Si el equipo juega bien, soy bueno. Si juega mal ya se veía venir. A mí se me mira de otra forma porque ten go demasiado nombre.

P. Hoy se encontrarán dos sistemas antagónicos: la modernidad de la zona ante el clasicismo del marcaje al hombre

R. Eso es equivocado. En el Madrid la gente también mar ca. Y el Rayo también juega en zona, pero marcando. Jugamos con dos marcadores, como el 80% de los equipos, incluso el Barcelona. Lo que pasa es que dentro de la zona hay que apretar. No vale decir yo cubro es tos diez metros y el resto del campo no existe. Mi equipo lo que no hace es la línea.

P. ¿Le gusta usar la pizarra?

R. Bastante. Todo lo que puedo. Aparte de decir las cosas, hay que mostrarlas en la pizarra y demostrarlas en el campo. Tenemos algunas jugadas prefabricada, sobre todo para salir del agobio del contrario.

P. De todas formas, parece que el fuerte de su equipo es más la preparación anímica y física que la táctica. Algo que puede ser pan para hoy y hambre para mañana.

R. El Rayo ha luchado, trabajado y apretado mucho, pero sin sobreesfuerzo. Otra cosa sería correr por correr por todo el campo. De todas formas, dame pan para hoy, yo me hincho, y luego ya veremos mañana qué pasa. Cuando en doce jornadas de Liga pones dificultades a todo el mundo, aparte de pan para hoy es que hay algo más.

P. ¿Y qué hay detrás de este buen momento del Rayo?

R. Trabajo. Lo que pasa es que en el fútbol cuando ganas dos partidos seguidos todo es euforia y cuando pierdes, lo contrario. Los jugadores saben que eso es ficticio.

P. Su salida del Madrid fue algo rara.

R. No. Me marché porque quería trabajar a gusto. Ellos me daban una misión, pero yo quería entrenar y me marché. Del Madrid no tengo quejas, pero no me podía quedar.

P. Cuando en el Madrid formó terna con Di Stéfano y Grosso, se dijo que usted era el verdadero entrenador.

R. Sí, pero va a pasar siempre. Tengo una personalidad que hace a la gente señalarme sin saber. Aunque sólo sea por respeto nunca me meto donde no me llaman. Si no me dan poderes, no los cojo. Yo soy el máximo responsable en el Rayo, no el segundo entrenador. Pero Camacho es Camacho. Cuando se ganó la Supercopa metiéndole cuatro al Barça, nadie me nombró. Con esto hay que cargar.

P. En el club se consideró esa etapa como una oportunidad desaprovechada por usted.

R. No creo. Lo que pasa es que a alguno sí le convenía.

P. ¿Habría podido imponer su disciplina en el Madrid?

R. Ya lo hace Floro. Yo no entiendo de más piezas claves que el equipo. Si no fuera así, me iría a mi casa. No necesito ganar veinte mil duros al mes para vivir. Yo tengo que morir con mis ideas. Estoy más equivocado que nadie, pero son mis ideas. Si tengo que tomar una decisión, la tomo y punto.

P. Cuando jugaba en el Madrid decía que culpar a los árbitros era una excusa fácil. Ahora usted practica lo contrario.

R. Ahora soy entrenador y no jugador. Además, con el Madrid atacaba siempre y me pitaban las faltas a favor. Con el Rayo ataco siempre y me las pitan en contra. Un jugada dudosa favorable al Madrid tenía una resonancia enorme. Al revés, no. La mayor repercusión venía en partidos contra el Barça y el Atlético y en esos casos el tratamiento es el mismo.

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