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Major y Yeltsin firman el primer tratado de amistad de Londres y Moscú desde 1766

Enric González

El Reino Unido dispensó ayer una cálida acogida al presidente ruso, Borís Yeltsin. Las diplomacias británica y rusa muestran un gran interés por reconstruir el eje Londres-Moscú forjado por Margaret Thatcher y Mijail Gorbachov.

Para los británicos, se trata de tener como aliado al país más poderoso al este de la Comunidad Europea; para los rusos, de disponer de un intermediario privilegiado en sus relaciones con Estados Unidos. Para ambas partes, la visita permite aparcar por unas horas graves problemas domésticos. Como primer paso en su nueva relación, Major y Yeltsin firmaron un tratado de amistad, el primero entre británicos y rusos desde 1766.Los dos días de visita oficial del presidente de Rusia representaban para John Major la oportunidad de capitalizar políticamente uno de los escasos momentos de su mandato en que no se mostró dubitativo. Cuando en el verano de 1991 la vieja guardia soviética intentó dar un golpe de Estado, el primer ministro británico fue uno de los primeros en condenar el hecho y quien más firme se mostró durante las inciertas horas en que los tanques circularon en torno al Kremlin.

John Major y Borís Yeltsin se reunieron en Downing Street durante más de cuatro horas, acompañados por sus respectivos equipos. El presidente ruso había disfrutado previamente de una recepción con todos los honores, dos ministros, banda de música y alfombra roja en Heathrow, desde donde fue inmediatamente trasladado a la residencia del primer ministro.

La entrevista en Downing Street fue dedicada a repasar todos los asuntos incluidos en la agenda de la cumbre ruso-británica: economía, control de armamento, situación internacional y estructura de seguridad en torno a Rusia, donde la aparición de nuevos países independientes y el resurgimiento de los nacionalismos amenazan la estabilidad de la región.

Interés económicoEl apartado más importante de la reunión fue, con diferencia, el económico. Yeltsin, que aportó datos sobre la inflación en su país (más del 1.000% anual) y sobre las dificultades para privatizar la industria, pidió a Major que mediara en Occidente para recabar ayuda financiera y tecnológica.

Major le ofreció una oportunidad extraordinaria para convencer personalmente a los inversores internacionales de que Rusia evoluciona decididamente hacia la economía de mercado, con una recepción en la Bolsa de Londres en la que representantes de las principales entidades financieras mundiales escucharon un breve parlamento de Borís Yeltsin.

La visita de Yeltsin a Londres se produce en un momento crítico para Rusia. Este fin de semana se cumplieron 75 años de la revolución soviética y una enorme manifestación rodeó el Kremlim para oponerse a Yeltsin y a la destrucción del sistema leninista, demostrando que la reacción a las reformas liberalizadoras es cada vez más fuerte.

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