Los señores de El Encinar
El BBV y la familia Olazábal se disputan una finca de 1,3 millones de metros cuadrados
Un gigante de la banca -el BBV-; una familia acomodada -los Olazábal-; una sociedad anónima -el Encinar de los Reyes SA- y el principal activo de ésta -una finca de 1,3 millones de metros cuadradosse han convertido en protagonistas de una guerra empresarial en tiempos de crisis. La batalla responde al patrón clásico: dos partes -BBV y familia Olazábal- que quieren lo mismo, control total sobre El Encinar de los Reyes SA. La finca El Encinar, que durante 34 años estuvo alquilada a los militares de Torrejón, reúne condiciones para ser un magnífico negocio.
La guerra entre la familia Olazábal, originaria de Carranza (Vizcaya) y el BBV empezó a gestarse a principios de año. El BBV, al tanto de lo que representa El Encinar (1,3 millones de metros cuadrados al norte de Madrid, 866 viviendas construidas y terreno disponible para edificar), empezó a comprar acciones en enero.En septiembre, los americanos de Torrejón debían pagar la última mensualidad del alquiler de la finca -1.121 millones al año- y volver a su tierra. Los adosados, los parques, los carte les en inglés y la oficina del sheriff, todo ello ubicado en el El Encinar, pasaba al arrendatario, la sociedad controlada por los Olazábal.
El banco, convencido de que El Encinar -adquirida a la familia de Miguel Ardid en 1958- no está bien gestionado, había visto la oportunidad mucho antes. Para cuando Otis L. Wylie el último americano de El Encinar cerró la puerta de su casa, el BBV había comprado ya un 20% de la sociedad propietaria de la finca. Entre enero y octubre, la entidad gastó "más de 2.000 y menos 3.000 millones" según fuentes próximas al banco en comprar acciones. Durante ese tiempo, las conversaciones entre el BBV y los Olazábal no concluyeron en acuerdo. Ambas partes mantienen su apuesta por el control total.
Las armas de los contendientes son, aparentemente, desiguales. El BBV cuenta con capacidad financiera, expertos y asesores. Los Olazábal, por su parte, tienen la experiencia que proporciona la gestión de un grupo modesto de empresas -entre ellas la fracasada Kelvinator- y el recuerdo de que el triunfo es de los audaces. La fortuna familiar tuvo su origen en el emigrante vasco a México, Victoriano Olazábal Arriola, que puso en marcha negocios de alimentación al otro lado del Atlántico.
Armas y experiencia
Los Olazábal, conscientes de que la experiencia no es garantía de éxito, probaron con la audacia el 9 de octubre. Ese día, presentaron en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), una oferta pública de adquisición de acciones (OPA) sobre el 49% del capital de El Encinar de los Reyes SA a través de otra empresa familiar, General de Vehículos Industriales (Gevisa), y con un aval del Banco Central Hispanoamericano por importe de 2.450 millones de pesetas.
El BBV y su filial inmobiliaria, Metrovacesa, fueron sorprendidos. "Fue una acción rara" aseguró después el presidente de Metrovacesa, Santiago Bergareche.
Control total
La OPA de los Olazábal fijaba un precio de 2.500 pesetas por acción y se dirigía, en realidad, a 819.280 títulos, el 14% del capital de la sociedad. Los Olazábal controlaban el 35,1% de la compañía y mantenían en autocartera casi el 3%. No necesitaban más. El resultado, de triunfar la OPA, era el control total de la sociedad. El Encinar no cambiaría de señores. En el peor de los casos, el BBV se vería obligado a ir a la guerra con todas las consecuencias. La respuesta a la OPA de los Olazábal sólo podía ser una contra-OPA -lo que obliga a aumentar los precios si el contrario modifica su oferta-
Así hubiera sido si un joven abogado del grupo BBV no hubiera tenido una magnífica idea, que ha provocado muchas horas de discusión en la CNMV. El letrado observó que el decreto que regula las OPAS no obliga a que una oferta de adquisición sea contestada con otra. Basta con anunciar a los accionistas que cualquier oferta del rival, será superada.
El BBV y Metrovacesa utilizaron la idea. El presidente de Metrovacesa, Santiago Bergareche, recomendó a los accionistas de El Encinar que no acudieran a la OPA de los Olazábal.
Bergareche, en tono decidido aseguró que cualquier precio que ofreciera la familia sería "claramente superado" por el BBV Metrovacesa cuando finalizara el mes de plazo de la OPA de los Olazábal.
El anuncio apareció en la prensa al día siguiente. No era un farol y así lo aclaraba la voz del teléfono gratuito al que los accionistas de El Encinar podían dirigirse para solicitar aclaraciones. La jugada estaba en marcha.
El BBV, sin descubrir todas sus cartas -el precio que está dispuesto a pagar el banco por cada acción no ha sido hecho público- colocó a los Olazábal en una dificil tesitura: o tirar la toalla o aumentar la apuesta. La familia decidió arriesgar más y anunciaron que estaban dispuestos a pagar un 10% más por acción (2.750 pesetas en lugar de 2.500).
Aceptada la nueva propuesta por la Comisión de Valores, el BBV y su filial Metrovacesa han reiterado que superarán esa oferta. La guerra, la que empezó cuando el estadounidense Otis L. Wylie cerró su puerta, sigue.
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