"Estamos en guerra con los traficantes de hombres"
Ratig Haddaui, ministro de Marruecos encargado de las relaciones con la diáspora, inició ayer su primera visita oficial a España, que se prolongará hasta el jueves. Haddaui, nacido en Rabat hace 53 años, ex embajador en Moscú, celebrará entrevistas con varios ministros, incluido el del Interior, José Luis Corcuera, y viajará a Barcelona, Málaga y Algeciras para conocer sobre el terreno la situación de sus compatriotas. Haddaui habla español casi perfectamente, con voz pausada, que sólo se enciende al tratar del Sáhara.
Pregunta. ¿Por qué un Ministerio de Emigración en el Gobierno de Marruecos? ¿Es un problema de alcance nacional?Respuesta. No es exacta la denominación. El departamento se denomina de la Comunidad Marroquí en el Extranjero. Más de 1.600.000 personas, el 8% de nuestra población, viven fuera de las fronteras, la mayoría en la Comunidad Europea. El 60% tiene menos de 20 años y la tercera parte son mujeres. Esto nos plantea problemas no sólo laborales, sino culturales, sociales y educativos.
P. En el pasado España financió en parte su desarrollo con los ingresos en divisas de los emigrantes. ¿Marruecos sigue la misma vía?
R. Los recursos de los emigrantes son una parte importante de nuestros ingresos, pero es un dinero privado que no va adonde quisiéramos, a. financiar al desarrollo del país, sino al consumo y a la mejora de la vivienda. Pero es un ingreso muy importante para ciertas regiones del país.
P. El Gobierno de Marruecos adoptó el pasado 7 de octubre medidas para combatir la emigración ilegal desde sus costas. ¿Cuál ha sido su eficacia?
R. Marruecos rechaza la emigración Ilegal, lo ha hecho siempre. Si debe haber emigración, debe ser legal, en un cuadro jurídico perfectamente definido entre Estados. Siempre lo hemos indicado así a nuestros interlocutores europeos. La situación había adquirido estos últimos meses una dimensión insoportable para Marruecos. Bajo la dirección del rey, ahora se ha impuesto un control muy estricto en todos los puntos de posible salida de pateras, mediante un dispositivo de seguridad en el que participan el Ejército, la Guardia Civil, la policía y las autoridades locales. Hemos declarado la guerra a todas las organizaciones y todas las personas implicadas, de un modo u otro, en el tráfico clandestino de emigrantes o de drogas. ¿La eficacia? Le aseguro que no actuamos para que la prensa hable, sino para combatir en serio el problema. La eficacia se está comprobando ya en el norte de Marruecos.
P. En los nueve primeros meses del año han sido repatriados unos 2.000 marroquíes. ¿Tienen quejas sobre el trato que han recibido en España?
R. Con franqueza, no hemos repicido ninguna queja. Algunos las tendrán pero no nos las han expuesto.
P. ¿Quiénes son los que cruzan clandestinamente el Estrecho? ¿Tienen una idea de por qué toman esa decisión, que a algunas decenas les ha llevado a la muerte?
R. Según todas nuestras informaciones, que puede tener también la parte española, son emigrantes por razones económicas. O no tenían trabajo, o, en ciertos casos, lo tenían, pero buscaban algo mejor. Es la única razón que conocemos.
P. ¿Y qué saben sobre los organizadores de los viajes?
R. Hay en marcha investigaciones a fondo. Es dificil decir aún quiénes son. Pero había verdaderas organizaciones en funcionamiento a ambos lados del Estrecho, con ramificaciones en España y en otros países europeos, porque el. problema es que hay una demanda real de trabajadores. Por eso los que venían sabían que lo principal era llegar, después no tenían dificultades para encontrar trabajo.
P. Hay una oferta de mano de obra en su país y una demanda en España y el resto de Europa. El Gobierno españoles partidario de pactar cuotas de entrada de trabajadores. ¿Le parece una vía positiva?
R. El Gobierno español ha regularizado a los extranjeros residentes. Entre ellos hay unos, 48.000 marroquíes, pero no están todos los solicitantes. Algunos aún están esperando. Es uno de los problemas que voy a discutir en mi visita. Para el futuro, si hay una demanda de trabajadores marroquíes hay que ponerla sobre la mesa con transparencia, incluso si se trata de demanda temporal, que es lo que creo que está estudiando el Gobierno español. Hay que controlar por las dos partes el flujo migratorio. Es la mejor solución.
P. ¿Cuál es su impresión sobre la situación de sus compatriotas en España?
R. Lo que se ve más son las situaciones negativas, pero, en realidad, la mayoría no tiene grandes problemas, aunque a veces haya situaciones duras y complicadas. En general, los marroquíes están bien considerados por sus patronos y no sufren rechazo, pero la situación se puede mejorar desde el punto de vista laboral y de la asistencia social. También abordaremos en esta visita otra situación complicada, el tránsito de más de 700.000 marroquíes cada año en las vacaciones de verano.
P. En las últimas semanas se elevan en España voces para reclamar inversiones y ayuda al desarrollo de Marruecos. ¿A medio plazo es la única solución?
R. Hay ya cooperación económica entre los dos países, pero podríamos-tener más. Lo importante es que cuando hay desarrollo la emigración baja. Ustedes conocen esa experiencia en España, que ha pasado de tener millones de emigrantes a ser país de inmigración. Marruecos tiene enormes posibilidades económicas por desarrollar, que podrían dar trabajo a toda la población. España y otros países europeos pueden tener un papel, desde luego. Nunca hemos pensado que la emigración sea la solución.
P. Un motivo tradicional de discrepancia entre los dos países es el hachís, cuyo cultivo y comercio goza de libertad o tolerancia en su país.
R. En paralelo con las medidas contra la emigración ilegal se ha empezado a actuar contra el cultivo del hachís. Pero hay que decir muy claramente que en el futuro la solución es el recambio de producciones y de cultivos. No se puede dejar a los campesinos sin nada. Tampoco el cultivo de hachís es tan extenso en Marruecos, no es comparable con los países productores de droga de América Latina. De todas formas, tenemos la voluntad de quemar las plantaciones y reprimir la venta a los traficantes. El rey ha pedido al ministro de Justicia un cambio de legislación para criminalizar el tráfico.
P. ¿Habrá o no referéndum en el antiguo Sáhara español?
R. Queremos hacer el referéndum cuanto antes. El Polisario dice lo contrario, pero la ONU conoce perfectamente lo que estamos haciendo. Señalar la fecha no es responsabilidad nuestra. Cuando los funcionarios de la ONU han visto el censo español de 1974 han admitido que hay que revisarlo. Nosotros mantenemos que todos los auténticos saharauis deben poder votar. El Polisario nos acusa de querer añadir votantes que no son saharauis, pero eso es propaganda. En 1974 había muchos miles de saharauis refugiados en Marruecos. No lo decimos ahora, lo hemos dicho en la ONU y la OUA en 1966 y 1967, y cualquiera, usted mismo, puede comprobarlo. Mohamed Abdelaziz, presidente de la RASD [República Árabe Saharaui Democrática], no figura en el censo español. Su padre, tampoco. Su padre es un marroquí que vive en Marrakech y él nació en Marrakech en 1947. ¿Qué vamos a hacer con ellos? ¿Deben poder votar o no? El Polisario y sus amigos en España hacen mucha propaganda, pero la posición' de Marruecos es inatacable.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.