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Reportaje:

Chocolate con churros para don Juan

El padre del Rey alterna el tratamiento médico con frecuentes 'escapadas' por Pamplona

"Don Juan de Borbón hace una vida completamente normal". Esta es la respuesta que, invariablemente, dan los portavoces de la Clínica Universitaria de Navarra cuando se les pregunta por detalles de la estancia del padre del Rey en dicho centro no relacionados con su enfermedad.Pero ayer podían dar pruebas de que su afirmación no es una simple fórmula para evitar divulgar detalles, porque el conde de Barcelona se había dirigido a primeras horas de la mañana a una popular churrería pamplonesa, situada en la calle de la Mañueta, en pleno casco viejo de la ciudad, para desayunar chocolate con "abundantes" churros.

Los propietarios del establecimiento, que habían sido avisados con anterioridad de la visita, regalaron a don Juan un libro en el que se recoge, entre otros hechos y anécdotas de la historia de Pamplona a lo largo del presente siglo, la visita que su padre, el rey Alfonso XIII, realizó a este local para comprar churros durante uno de sus escasísimos viajes a la capital navarra.

El conde de Barcelona regresó a continuación a la clínica en la que permanece ingresado desde el pasado 16 de septiembre. Asistió a la misa que a partir de las 10.30 se ofició en la capilla del centro acompañado por su ayudante personal, el capitán de navío Teodoro Deleste. Don Juan no recibió ayer visitas de familiares y permaneció el resto del día, "descansando, leyendo la prensa y viendo la televisión". Como suele ser habitual, comió en su habitación. No está sujeto a una dieta y, según el servicio de la clínica, prefiere la carne al pescado, figurando a menudo en el menú los espárragos de Navarra, a los que su hijo el Rey ha dedicado rotundos elogios.

Los médicos que le atienden insisten en que el tratamiento que se le aplica no le impide per manecer durante varias horas fuera de la clínica. El sábado la abandonó sobre las seis de la tarde para merendar en casa de unos amigos, y regresó en torno a las nueve de la noche. La familia Huarte, y los doctores Emilio Moncada o Rafael García Tapia, ambos de la plantilla de la Clínica Universitaria, suelen ser los anfitriones del conde de Barcelona durante sus salidas vespertinas.

La amistad existente entre Rafael García Tapia y la familia real ha llegado a ser tan estrecha que la infanta Margarita y su esposo, el doctor Zurita, se alojaron en su domicilio durante el fin de semana que permanecieron en Pamplona para acompañar a don Juan.

Los Reyes, que ya le han visitado en un par de ocasiones, volverán esta semana para interesarse por su estado, y probablemente acudirán a la clínica otras personalidades cuya presencia no trasciende hasta que lo revele el propio centro, como sucedió con los banqueros Mario Conde y Alfonso Escámez.

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