Ansiedad de dueño
Los 8.000 trabajadores de Galerías llevan cinco meses a la espera de un comprador
Año 1956. Un hombre baja por las escaleras mecánicas cargado de paquetes. Es un extra de la película Un abrigo a cuadros, del director Alfredo Hurtado, quien eligió rodar las escenas de compras en Galerías Preciados, porque era lo más moderno del momento. El extra se llama Jaime Amodeo, ya ha cumplido 60 años y se jubiló hace pocos meses de Galerías Preciados. El, como infinidad de los 8.000 trabajadores de estos grandes almacenes, sólo desea un dueño para la empresa en la que han llegado a trabajar seis miembros de su familia. Galerías lleva cinco meses a la espera de un comprador.
Las escaleras mecánicas del mítico edificio estrecho y alto de Callao -que se vendió en 1991- atraían en los años cincuenta tantos visitantes como hoy puede hacerlo cualquier reputada exposición de pintura.Ahora Galerías tiene una plantilla fija de unas 8.000 personas -que trabajan en 29 centros comerciales y oficinas- con una antigüedad mínima de 15 o 17 años y una edad media de entre 35 y 37 años, según fuentes de los trabajadores (la empresa se ha negado a facilitar datos). La historia de Galerías puede seguirse con la de Jaime Amodeo y su familia, que ha vivido todas las etapas por las que han pasado los grandes almacenes. Incluso le tocó un pellizco del premio Gordo de la lotería de la pasada Navidad que cayó en el dentro de trabajo de la madrileña calle de Serrano.
La primera de la saga que pisó suelo Galerías es su suegra, Amparo Rubio, de 77 años, que empezó a trabajar en los años, cuarenta al quedarse viuda y que recibió, al jubilarse, las venditas 100 pagas que, desde 1966, entregaba la empresa a los empleados con más de 25 años en la compañía y que dejó de abonarse en los años ochenta. Con ella entró a trabajar su hija Elisa que conoció a un compañero de trabajo: Jaime Amodeo.
La pareja se casó y, como mandaba el reglamento de la empresa, su mujer cogió la dote y abandonó el trabajo. Tuvieron tres hijas y todas han trabajado en estos grandes almacenes. En la actualidad sólo queda una representante de esta saga: Raquel Amodeo, psicóloga del departamento de recursos humanos de Galerías
Su caso no es único. "Hay un montón de parejas que se han hecho novios trabajando en Galerías y se han casado, por lo que dependen completamente de esta empresa para vivir", señala Ginés Ballester, subdirector de ventas de los grandes almacenes quien entró a trabajar en 1962.
Un sindicalista que no se identifica señala que "el sentimiento general es el de sufrir todos los bandazos que da esta empresa". Una empresa que pasó de facturar 105.000 millones de pesetas en el ejercicio 1989-1990 a bajar a 87.000 millones en 1990-1991, según datos de la Asociación Nacional de Grandes Almacenes.
"La gente está intranquila y expectante por encontrar un dueño adecuado", señala un trabajador de gran antigüedad. "Tenemos ansiedad de tener un dueño", reconoce otro empleado. Nunca jamás Galerías ha estado tanto tiempo en venta. Cuando el pasado 25 de mayo el grupo británico Mountleigh -propietario de Galerías desde 1988- suspendió pagos se volvió a poner el cartel de se vende en los grandes almacenes.
Galerías ha cambiado de dueño cinco veces (1979 -Banco Urquijo-, 1981 -Rumasa-, 1983 -Patrimonio Nacional del Estado-, 1984 -GrupoCisneros- y 1988 -Grupo Mountleigh-). Y ha estado a la venta en cuatro ocasiones porque el paso de Rumasa al Patrimonio del Estado fue por expropiación. "Pero en aquellos años las ventas estaban más o menos premeditadas. Y, en este caso la espera dura más tiempo que nunca y qué duda cabe que eso inquieta al personal", reconoce un afectado de mediana edad.
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