Cansancio
Uno no se ha hastiado del socialismo por ser un partido corrupto. Al revés. Uno ha descubierto la corrupción de ese partido cuando se ha aburrido del socialismo. El cansancio de las formas funciona lo mismo en la política que en el arte y en el amor. Del románico se pasó al gótico, simplemente porque unos canteros de Centroeuropa un día se hartaron de fabricar arcos de medio punto y sólo por cambiar decidieron hacerlos de ojiva. Ese aburrimiento impulsó la teoría de la descomposición de fuerzas, que permitiría grandes vanos con vitrales en las paredes para que entrara la luz en las catedrales. En cualquier relación de pareja, después de 10 años de matrimonio, comienza a darse cuenta cada uno de lo pelma que es el otro. El marido y la mujer ya eran igual de insoportables desde el primer momento, pero la novedad impedía ver los defectos de la persona todavía poco conocida. El cansancio es muy clarividente. Y con esa misma lucidez opera también la depresión que nos enfrenta a la vida sin máscara alguna. Los negocios sucios de la política se iniciaron en el primer año del Gobierno socialista. Hubo corrupción entonces. La habrá después con otro Gobierno. Ése es el tejido de la existencia. No obstante, soportar durante tres legislaturas seguidas las mismas caras en el poder supone una prueba demasiado dura. Para sacudirse de encima esa presencia agobiante se genera instintivamente en la sociedad la urgencia de descubrir algo que nos libere de los que se han apoderado de nuestras vidas. La corrupción de ellos es nuestra salvación. Si se busca, se encuentra. Por eso cada nuevo escándalo de los socialistas levanta un grito de alegría, ya que el tedio toca a su fin. El cansancio terminó con el: románico, con el gótico y con, toda clase de piedras. El cansancio hace que la mujer descubra. que aquel galán era un idiota. El cansancio logrará incluso que a los socialistas corruptos les sucedan las gentes de derechas, igualmente corruptas, que nos parecerán héroes hasta que nos revienten.
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