_
_
_
_
FÚTBOL / COPAS DE EUROPA

El Madrid se quita el susto a última hora

SANTIAGO SEGUROLA El Madrid jugó, tres partidos en uno, la trinidad que ningún equipo quiere. Alcanzó el promedio para una goleada de estrépito, recibió dos tortazos seguidos y se encontró con la obligación de solucionar un resultado muy comprometido cosa que logró a última hora con el penalti a Alfonso. Medio esquizofrénico, el encuentro es tuvo lleno de trampas. La crecida goleadora del Madrid se debió más que nada al apetito de Hierro, que comió a dos carrillos durante la primera hora.

La historia de la noche la escribió Hierro, aunque el juego lo firmó Michel en exclusiva. El medio centro hizo lo que mejor sabe: arreó a la pelota con dureza y marcó tres goles, cada uno diferente, sin sutilezas como cabe esperar de él. Hierro tiene un seguro de vida con noches así. Le basta con presentar su tarjeta de goles para callar los críticos que discuten su posición en la cancha. El chico saca partido del valor máximo del fútbol: el gol. Lo demás son patrañas, dirá.

Más información
El Zaragoza parte como claro favorito ante el Frem, danés
El Paris Saint Germain vence por 2-0 en Nápoles
El Barcelona supo recomponerse en Moscú
Trabzon ovaciona al Atlético de Madrid
Cuatro, a balón parado

La verdad es que Hierro vive muy a gusto con partidos de esta especie. El trote corto le viene de maravilla. Cuando los partidos se ponen flojos, el jugador madridista aparece como un rey, todo zancada y zapatazo. Su problema viene cuando el juego se vuelve misterioso o veloz. Entonces Hierro desaparece de escena, devorado por la velocidad de la pelota y por su lentitud para moverla. Pero esos partidos son los menos. Media docena o así, aunque sean los más cruciales.

De la misma manera que Hierro se hizo el seguro de vida en la media con su tacada de goles, Buyo firmó su finiquito como portero del Madrid. No importa demasiado que los re mates de Shustikov y Grishin tuvieran muy buena pinta. Es más decisivo el valor simbólico de los goles, justo cuando el guardameta comenzaba a reclamar la titularidad. En caso de duda siempre hay que ajustarse a la máxima: hay que ser bueno y parecerlo. Buyo no lo pareció, como tantas otras ve des en, los torneos europeos.

Mientras el partido iba dictando sentencias para éste y para aquél, Michel continuó en vena. En un duelo con poca chicha, Michel hizo todo lo posible por salvar el juego y la suerte de su equipo, tanto en los minutos alegres como en la cuesta del segundo tiempo. Intuyó muy rápido que el Torpedo era vulnerable en el ataque aéreo y comenzó a sacar balones hacia el área pequeña, entre la agonía del portero ruso. El tal Posivalov sólo quería balones de frente y Michel le tiraba el centro cruzado cada dos minutos. Por ahí vinieron los goles de Hierro.

La iniciativa de Michel fue apoyada por todo el equipo durante los primeros 15 minutos del segundo tiempo. La pelota discurrió con más velocidad y los desmarques fueron más vivos, una condición necesario para burlar la marca individual de los defensores del Torpedo. Cuando hay un poco más de arranque, Hierro pierde estrella. No marcó el cuarto, que fue para Zamorano. El Torpedo ya no podía reaccionar, como en el primer tiempo.

Sólo quedaba la duda de la magnitud del resultado. El Madrid jugó toda la segunda parte en la frontera entre la intraquilidad y la confianza en la diferencia de goles. Dos eran escasos; tres, suficientes. Se esperó hasta los últimos momentos. Alfonso buscó la pierna de un de fensa en un engatillado de regates y la encontró. Chelsov le trabó un poco y el delantero se fue al suelo en el área. Michel estableció el quintó gol y todos . los madridistas se fueron tranquilos. Todos menos Buyo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_