El catecismo
La Iglesia va a actualizar el catecismo para encajarlo en el mundo de hoy, según manifiesta el cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación del Santo Oficio.En qué consiste la actualización no se sabe con certeza. Sólo han trascendido algunos contenidos, posiblemente deformados al transcribirlos, como suele ocurrir siempre que alguien oculta la información. De ahí que muchos estén escandalizados -principalmente aquellos a quienes el catecismo a lo mejor les trae sin cuidado, pues sin agnósticos o ateos; es curioso-, y millones de católicos, expectantes ante la nueva instrucción, que se hará pública dentro de dos meses.
No es muy seguro, sin embargo, que de aquí a dos meses el mundo de hoy vaya a ser el mismo. El mundo de hoy cambia mucho. El mundo de ayer tardaba siglos en cambiar y eran precisos acontecimientos auténticamente trascendentales para que se produjera el cambio la caída del Imperio Romano, el Descubrimiento de América, la Revolución Francesa, pongamos por caso, mientras el mundo de hoy da más vueltas que una veleta. En dos añitos hemos tenido una guerra justa y otra injusta, según se miren; un nuevo orden universal; la desmembración del mundo comunista; la vertebración de la Europa unificada, y no sería extraño que antes de la publicación del catecismo todo esto se haya vuelto del revés. Pero dentro de semejante trajín hay algunas constantes: el mundo de hoy es progreso, es reconocimiento de la libertad de los, individuos, es proclamación de derechos; y es, a su vez, miles de niños que mueren de hambre, enfermedad y tristeza a cada hora en cualquier rincón, sin que los adalides del derecho, la libertad y el progreso les tiendan una mano. Y aquí es donde uno quisiera ver cómo encaja el catecismo en el mundo de hoy.