Un fuerte dispositivo vela por la seguridad de las últimas horas de la Expo
Unos 10.000 agentes de las fuerzas de seguridad de¡ Estado custodian Sevilla y la isla de La Cartuja en las horas previas a la clausura de la Expo 92. La presencia de los Reyes y del presidente de¡ Gobierno, Felipe González, ha incrementado el fuerte dispositivo policial, especialmente en los accesos a la ciudad y en el casco histórico. Desde hace un mes no queda libre ni una plaza de hotel, los restaurantes están abarrotados y el tráfico al borde del colapso. En el interior de la Expo, las colas serpentean todo el recinto y se vive a la sombra del cerrojazo.
El Consejo de Seguridad de la Expo ha movilizado a todos los efectivos disponibles del Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil y Policía Local para velar por la normalidad de los últimos días de la muestra. Agentes de las unidades de intervención especial jalonan el centro de la ciudad, metralleta en mano, y el resto de las zonas turísticas, mientras que se realizan controles de vehículos en todas las entradas a Sevilla.Aunque la vigilancia policial ha sido una constante en los seis meses del certamen, la eventualidad de un posible atentado terrorista en la recta final del acontecimiento internacional y el celo en la protección de la familia real, que se aloja en en los Reales Alcázares desde hace una semana, ha aumentado de forma espectacular el cerco de seguridad.
El esfuerzo de control se ha dejado sentir también en el terreno judicial, ya que la policía ha pedido a los titulares de los juzgados que no ordenen arrestos domiciliarios durante el fin de semana, al no contar con personal para comprobar su cumplimiento. Además de los efectivos del Estado, unos 1.300 vigilantes de la Sociedad Estatal custodian las 215 hectáreas del perímetro de la isla de La Cartuja.
Colas interminables
Pese al tiempo inestable, que alterna las lluvias y los golpes de sol, la Sevilla histórica aparece como un hervidero de turistas. Desde mediados de septiembre no queda ya vacante ni una de las 22.000 plazas hoteleras con las que cuenta la ciudad, que ha doblado en 1992 su capacidad de hospedaje.
En el interior del recinto, las colas de los visitantes que apuran su última oportunidad para ver la Expo, rodean a todos los edificios. Algunos pabellones, como los de la Navegación, España y Canadá, soportan esperas de hasta ocho horas de turistas que han aprovechado el puente del Pilar para bajar a Sevilla. Este el caso de muchos valencianos, que ayer abarrotaron el auditorio de El Palenque para celebrar su día. La propia reina Sofía consiguió ayer su deseo de completar la visita a los 98 pabellones de la muestra y otras instalaciones.
La ceremonia de clausura de mañana coincidirá con el desfile de las Fuerzas Armadas, presidido por el Rey, y el homenaje a la bandera en la Plaza de España. El cierre de la Expo que, según sus organizadores, tendrá un carácter "austero", contará con la presencia de toda la familia real y el Gobierno en pleno. La diferencia de las ceremonias de apertura y clausura radica en la limitación de asistencia a autoridades, en la primera, y en la entrada libre, en la segunda.
Por la noche, habrá una traca final de fuegos artificiales en el espectáculo del lago y el Rey pronunciará un discurso, mientras su imagen se proyecta en la fachada del pabellón de España.
La sombra del cerrojazo se vive sobre todo en las declaraciones y contra declaraciones de responsables de la Expo acerca del déficit y los beneficios. En este sentido, el ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, declaró ayer que en ningún caso se puede achacar la crisis económicas a la Expo y otros eventos del 92, ya que responde a una coyuntura internacional, así como que el balance será equilibrado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.