Conjuntos de cartón piedra
El ciclismo hace las veces de un enorme decorado de cartón piedra. Toda su estructura profesional es provisional. El futuro de todo el pelotón depende de contratos a corto plazo. No existen clubes propiamente dichos y los equipos son empresas improvisadas por casas comerciales que, en muchos de los casos, se acercan por vez primera al deporte. El ciclismo es también el único deporte en el que los clubes o, mejor dicho, los equipos se encuentran ante una situación que les impide recibir ingresos: no existe el taquillaje ni tampoco el hábito de cobrar un porcentaje sobre los derechos de televisión. Cualquier beneficio se reparte entre los organizadores y los corredores. A los equipos no les queda otra alternativa que medir el impacto publicitario si es que tienen capacidad para eso.Ello explica en parte la grave crisis por la que atraviesa el ciclismo europeo. El mantener un gran equipo se ha convertido en una inversión extraordinariamente cara para cualquier casa comercial. Los cálculos a simple vista cifran en más de 2.000 millones el coste anual de aventuras ciclistas como las del Gatorade, el Banesto, el ONCE o el Carrera, los cuatro grandes del pelotón internacional. Dos mil millones es mucho dinero, tanto como para pensarse en invertirlo en otras actividades deportivas sin tanto riesgo y con mayores posibilidades de obtener rentabilidad publicitaria.
Sean un banco, una fábrica textil o una central lechera; las empresas se encuentran ante la terrible perspectiva de tener que organizar un equipo, firmar contratos o comprar coches y bicicletas cuando se deciden a entrar en el mundo del ciclismo, por poner tres ejemplos llustrativos. El invertir en otro deporte es tan sencillo como el limitarse a poner el dinero sin preocuparse de nada más. Ahora mismo, es también mucho más barato. El patrocinar un equipo puntero de baloncesto -el Joventut, por ejemplo- puede costar algo menos de 300 millones de pesetas. El organizar un equipo ciclista de tamaño medio ya no es posible con menos de 500.
El Tour decide
Finalmente, el calendario de carreras ya es cruel. Para cualquier gran equipo con aspiraciones internacionales sólo el triunfo en el Tour de Francia puede compensar un elevado gasto.
El vencer en el Tour significa tener en sus filas al menos un corredor capacitado para hacerlo. Eso significa más de 20,0 millones de salario bruto al año y, posiblemente, atender a un calendario muy limitado. Miguel Induráin ha sido un caso especial y Claudio Chiappucci una gran sorpresa, pero la realidad estaba con Gianni Bugno o Greg LeMond como estuvo con Pedro Delgado, corredores que limitan la temporada al Tour. El riesgo, entonces, se multiplica.
Banesto va ser, pues, el caso paradigmático. Es el equipo más rentable y el que cuenta con el mejor ciclista del momento. Pero no continuará en 1994. No hay mejor ejemplo para dibujar el estado crítico en el que se encuentra el ciclismo. Las cuentas no cuadran en este deporte.
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