La novia de un "camello" asesinado huye semidesnuda de tres hombres armados

Los malos acribillan a balazos a otros compinches que les han traicionado. Probablemente no les sirvieron la droga en condiciones, o, simplemente, no se la entregaron. Cuando acaban el trabajo sucio, van a por la novia del traficante, a ver si en su casa está la heroína. Como en las películas. En la realidad, la compañera de un narcotraficante asesinado hace una semana huía ayer, por la calle de Cartagena y semidesnuda, de tres hombres armados.

Esta trama es investigada ahora por la policía, después de que Ana María Turrero Nogués saliese a la calle de Cartagena el viernes, a primera hora de la madrugada pidiendo auxilio. Alguien la vió en la calle y avisó al 092. Tenía aspecto de estar enferma.

La mujer caminaba por la calle medio desnuda y muy nerviosa. Contó a unos policías municipales que la auxiliaron que tres hombres habían entrado poco antes en su casa, en el número 61, armados con pistolas.

Los agentes acompañaron a la mujer al piso. Allí encontraron 90 gramos de droga repartidos en tres bolsas -50 de heroína y 40 de cocaína- sobre la mesa y un fajo de 300.000 pesetas. En el cuerto de baño había polvo esparcido y semen. Los policías detuvieron a la mujer por la droga que encontraron en su casa.

También hallaron una pista más: el nombre de José María Caballero Castejón, el presunto narcotraficante asesinado hace una semana y cuyo cuerpo fue hallado en Rivas-Vaciamadrid, figuraba junto al de ella en el buzón. La mujer confesó que efectivamente, Caballero era su novio.

Cinco tiros en el cuerpo

El cadáver de Caballero fue encontrado hace una semana por la Guardia Civil junto a un coche aparcado en un arcén en el kilómetro 16 de la N-III, en el término de Rivas-Vaciamadrid. Su cuerpo presentaba cuatro balazos en la espalda y uno en la cabeza. El coche parecía vacío, tenía las puertas abiertas y las luces encendidas.

Caballero tenía siete antecedentes, seis por tráfico de drogas y uno por receptación de objetos robados. Junto a su cuerpo estaba el de Javier Bonilla Lázaro, de 20 años, cuyo cuerpo tenía un tiro en la boca. El joven tenía un antecedente por tráfico de estupefacientes.