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CRISIS EN LOS MERCADOS DE CAMBIO

De la inversión a la especulación

Los intermediarios buscan la ganancia rápida y concentran el dinero en el corto plazo

La libertad de movimientos de capitales, ahora prácticamente total en los países europeos, permite un rapidísimo deslizamiento del dinero en busca del lugar que ofrece mayor rentabilidad. En momentos de incertidumbre, como el actual, es difícil apostar por lo que pueda ocurrir a medio o largo plazo. En cambio, sí están claras las posibilidades de ganancia con inversiones a muy corto plazo. En pocas horas, la noche del pasado miércoles, los intermediarios internacionales ganaron 500 millones de dólares en comisiones.

En circunstancias de normalidad, los intermediarios se limitan a ejecutar las órdenes que reciben de sus clientes para comprar y vender, pero en momentos de tensión toman la iniciativa y aconsejan operar rápido y en grandes cantidades. Su filosofía es que a mayor volumen, mayor ganancia. Esa inversión, que se concentra en el más corto de los plazos y se basa en la inmediatez de las operaciones, llega a llamarse especulación.El dinero caliente es una imponente masa monetaria que circula por el planeta en tiempo real -las órdenes se realizan por ordenador- en busca de rentablidad. La turbulencia monetaria de estos días se ha producido en parte porque ese dinero caliente se trasladaba desde las divisas déb¡les hasta las más fuertes. Los grandes operadores, en la certeza de que la peseta, por ejemplo, podía sufrir una devaluacion, vendieron en grandes cantidades pensando que en un momento determinado el Banco de España se vería obligado a comprar pesetas para sostener la caída. Cualquier intermediario sabía, en todo momento, que tenía la venta asegurada, y el acoso a la peseta se produjo precisamente cuando este argumento se generalizó en el mercado de divisas. Al franco le ocurrió ayer algo parecido, pero con menor intensidad, dado que, tras los primeros acosos de los especuladores no llegaron las órdenes masivas de venta.

El hecho de que un operador internacional maneje un promedio de 20 millones de dólares diario -según el Financial Times- de una idea de la capacidad de mover estos mercados. La gran movilidad de fondos en divisas es el segundo factor en importancia. El miércoles, según Reuter, una sóla orden de venta provocó en Italia la salida de 10.000 millones de dólares.

Y el mercado de divisas es de los más especulativos. Un operador de este mercado comenta que el movimiento diario neto de divisas en el mundo por movimientos de comercio, tanto de mercancías como de servicios y capitales, equivale, en términos netos, a 600.000 millones de dólares, según la última estimación, que es del año 1989 aunque se considera perfectamente válida hoy. De ese volumen sólo el 10% o el 15% obedece a operaciones de pago o cobro de intercambios comerciales de mercancías y servicios. El resto se trata de operaciones puramente financieras que, en momentos de crisis, se concentran en el corto plazo.

En los momentos de crisis quienes más posibilidad tienen de participar en el corto plazo son las instituciones con gran liquidez, es decir, los departamentos de tesorería de los grandes bancos y grupos aseguradores y, a cierta distancia, los fondos de inversión, los fondos de pensiones y las tesorerías de las grandes empresas. Pero además no tienen más remedio que operar, porque quedarse fuera de la movida significa perder dinero.

Un síntoma de ese gran movimiento que ha agitado al mercado los últimos días es que, según fuentes del mercado, los grandes intermediarios de divisas, Como Merrill Lynch, Salomon Brother o Shearson Leliman, ganaron unos 500 millones de dólares en comisiones en una sóla jornada. Fue el pasado miércoles, horas antes de que la lira y la libra abandonaran el SME y la peseta se devaluara.

Intervenciones

Además, cuando mucho dinero teme o apuesta por una devaluación hay una presión muy fuerte a la baja de esa moneda. Todo el mundo quiere venderla y el banco central de ese país se ve obligado a intervenir, es decir, a comprar su moneda para frenar unas operaciones de venta que pueden ser a futuro.

En el Sistema Monetario Europeo esta intervención es obligatoria cuando una divisa roza el límite inferior de la banda de fluctuación. En ese momento, el banco central de la moneda más débil y el de la más fuerte se ven obligados a intervenir en apoyo de la débil. Estas operaciones han provocado un fortísimo aumento de las reservas de divisas en Alemania -que ha tenido que comprar liras y libras principalmente- y una sangría de reservas en Italia y Reino Unido, países que se han visto obligados a endeudarse con el FECOM (Fondo Europeo de Compensación) para poder seguir interviniendo en defensa de sus divisas.

Cuando se produce finalmente la devaluación, los bancos centrales que han necesitado acudir a esos créditos los ven automáticamente incrementados en el porcentaje de la devaluación. Son los más claros perdedores pues pagan de esta forma tanto las coberturas de riesgos como las operaciones especulativas.

Además, los mercados están muy interconectados, es decir, el dinero invertido en bolsa y renta fija puede pasar a los más volátiles mercados monetarios y de divisas, y en cualquier caso buscará la colaboración de éstos para cubrirse de los riesgos que puedan surgir, como ahora, en el movimiento de las divisas. Tal interconexión también provoca contagios de las tensiones de un, mercado a otro.

El caso más claro estos días ha sido el del interbancario. Durante las jornadas con fuerte presión a la baja de una divisa, como ayer el franco o el miércoles la peseta, los tipos de interés en el interbancario se dispararan. El motivo es que para comprar marcos contra pesetas o contra francos hace falta, primero, tener esas pesetas o esos francos. Se pueden obtener en el interbancario; el problema es que si hay mucha demanda se produce una escasez de liquidez y sube el precio de ese dinero en el interbancario. Por ejemplo, ayer en Francia ese precio del dinero pasó del 10% al 23%.

A cambio, cuando se acaba la presión especulativa o el banco central inyecta demasiada liquidez, esos intereses se derrumban. El ejemplo se vio ayer en España, donde después de la escasez de dinero y tipos al 15%, el banco emisor retiró dinero del mercado a un interés bajísimo: el 7%. El negocio, al menos de momento, se había terminado.

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