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España logra dos medallas de oro en un deporte exclusivamente paralímpico

Antonio Cid, un paralítico cerebral de 38 años, no tuvo ningún reparo en reconocerlo. "Es el día más feliz de mi vida", dijo pocos minutos después de ganar su primera medalla de oro en boccia, un deporte exclusivamente paralímpico, semejante a la petanca y reservado a los paralíticos cerebrales. Poco más tarde, Cid contribuyó a la consecución del triunfo por equipos para España, que derrotó en la final a Dinamarca por 4-3. Manuel Fernández y Daniel Outeiro, que lanzó la bola decisiva, fueron los dos compañeros del campeón individual en el pabellón de la Mar Bella.

Aún con el sudor en su cuerpo, Antonio Cid recibió la calurosa felicitación de Marta Ferrusola, esposa del presidente de la Generalitat de Cataluña. Acababa de ganar la medalla de oro del grupo C-1, el de máxima dificultad, en boccia. Su mente estaba clara, sentía la lógica emoción del momento, pero su boca apenas podía articular las palabras. Antonio es paralítico cerebral de nacimiento. Su problema fundamental es de equilibrio. Sus extremidades no pueden obedecer con precisión las órdenes que reciben de su privilegiado cerebro."Es muy inteligente", explican sus padres, Amable y Francisca, y una de sus cuatro hermanos, Isabel. "En Madrid le hicieron unas pruebas y nos dijeron que tenía una inteligencia superdotada. Eso suele ocurrir con este tipo de enfermos. Es un chico muy alegre, ordenado, con buen humor, y siempre está ocupado en algo. A pesar de ello, su vida no tiene muchos alicientes. Y esta medalla de oro es lo más grande que podía ocurrirle"..

En la boccia se ven algunos de los casos que para las personas normales aparecen como más desesperados. La enfermedad les deja prácticamente quietos en sus sillas de ruedas, pero con una mente totalmente clara. "Para la boccia les clasificamos en dos grupos. Los del C-1 son los más afectados y no pueden manejar su silla sin ayudas mecánicas. Los del C-,2 pueden hacerlo con las manos o con los pies. Ninguno de ellos puede mejorar su condición, ni siquiera haciendo este deporte. Sólo se mejora de pequeño. Ahora de lo que se trata es de que puedan sacar el máximo rendimiento a su estado físico actual", comenta el doctor Jordi Ponces, asesor médico y director del centro de Montjuïc para paralíticos cerebrales.

Uno de los árbitros de la competición, Katerine Rowlins, de Canadá, paralítica, se mueve por la pista con mucha agilidad gracias a un mando que dirige con su barbilla. Jaume Soler, que no logró su clasificación para este deporte, se ocupa de los resultados e introduce todos los datos en un ordenador tecleando con un artilugio que lleva en la cabeza. "Sólo puede hablar a través del ordenador y en su cala tiene uno con voz que le permite incluso contestar al teléfono", cuenta Maden Castillo, que lleva tres años con los paralímpicos. Henrick Jogersen, un danés que ganó la. medalla de bronce, no sólo efectúa complicados programas informáticos, sino que tiene incluso, un pequeño negocio.

Antonio Cid aprendió a leer y escribir hace sólo un año, pero antes de lograrlo era capaz de retener en su cabeza un mapa entero. "Se interesa por todo, pero especialmente por la geografía y el arte". Según sus pa res, no sufre crisis ` "Eso no suele sucederles", añade el doctor Ponces, "han vivido así desde su nacimiento. No conocen otra cosa. Más bien se agobian cuando los demás se apiadan de ellos".

En la pista, su rival en la final, el norteamericano James Thomson, era incapaz de controlar sus movimientos más que para situar la bola al lado de la blanca. Sus espasmos eran más acentuados que los de Cid, pero las dificultades para realizar sus lanzamientos eran parejas. No obstante, Cid hiló más fino y se impuso por 5-1.

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