Toneladas de incienso para Indurain
El ganador del Tour será homenajeado hoy por sus paisanos en Villava y Pamplona
Sus compatriotas, que creían que sólo se interesaba por la política y la economía, tuvieron ayer una sorpresa cuando Elisabeth Guigou, la ministra de Asuntos Europeos francesa, confesó que había visto todas las etapas del Tour que había podido, y, refiriéndose a Miguel Induráin, dijo: "Es un campeón maravilloso". El ciclista así piropeado aprovechó la jornada para pasear por París en compañía de Marisa, su novia, sin que se le subieran a la cabeza las toneladas de incienso que recibió y que continuarán hoy en su pueblo, Villava, y en Pamplona.
La celebración del triunfo de Miguelón empezó ya el pasado domingo en los Campos Elíseos, de París, y tuvo una sonada continuación en la fiesta ofrecida por la tarde por la Embajada de España en la capital francesa. En el jardín de la re presentación diplomática, dos millares de personas aclamaron al vencedor del Tour a los gritos de "¡torero!, ¡torero!, y aplaudieron a rabiar al que hizo de portavoz del equipo Banesto, Pedro Delgado. Hubo muchas banderas rojigualdas y algunas enseñas vas cas, catalanas y navarras y todos esos símbolos cohabitaron en perfecta armonía. ¡Miguel, Miguel, que los italianos no pueden con él!" y "¡se nota, se siente, España está presente!" gritó la muchedumbre. Mientras tanto, el padre de Induráin contó a todo el mundo que su hijo es un "fijón" y que, a lo lar go de las etapas del Tour, se en tretiene viendo cómo los franceses cultivan sus campos o crían sus cerdos.
La sorpresa del ministro Más tarde, en la cena organiza da por Banesto en un hotel de la rue Georges V, Arturo Romaní, responsable de la política deportiva de la entidad banca ria, declaró: "El triunfo de Induráin es la primera medalla de oro ganada, fuera de concurso, por el deporte español en los Juegos Olímpicos". El corredor sonrió cuando Romaní afirmó: "A Miguel se le empiezan a dar sobrenombres de películas de ciencia ficción".
Mientras las mujeres presentes calificaron de "muy sexy " el bronceado salvaje de los corredores, sus ceñidos trajes de campaña y sus piernas depiladas, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de Educación y Ciencia, del que también dependen los deportes, confesó su sorpresa por las "caras de niños" de los profesionales del pedal. El ministro socialista, del brazo durante todos los festejos de Mario Conde, el presidente de Banesto, calificó a Miguelón de "un ciclista inteligente como el francés Jacques Anquetil [ya fallecido]". Luego, homenajeó a Delgado, "que ha sabido ganar y ahora sabe ayudar a ganar".
"Lo mío no es hablar" "¡qué gran velada!" y "muchas gracias a todos" eran los comentarios del campeón, que no se cansé de sonreír, firmar autógrafos y posar para decenas de cámaras fotográficas. Pérez Rubalcaba leyó un telegrama de felicitación del rey Juan Carlos y Conde ensalzó "el fin de semana histórico para el deporte español". La ceremonia barcelonesa de inauguración de los Juegos le pareció al banquero algo "fantástico" y la victoria de Induráin "un momento memorable".
Con estos titulares del diario deportivo francés LEquipe desayuné ayer el muchachote navarro: "Induráin, entre los grandes"; "Induráin, el fuerte tranquilo", y "un campeón soñado". En ese periódico, Jean-Michel Rouet salió al paso de los críticos franceses que, como Laurent Rigoulent en Libération, reprochan a Induráin cierta falta de panache o brillo épico. "¿Falta de panache? Menuda broma. El panache es también ser el vencedor más rápido en la historia del Tour, sacarle a todos sus adversarios tres minutos o más en la contrarreloj de antología de Luxemburgo y rodar a 52,349 kilómetros por hora de Tours a Blois".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.