70.000 serbios exigen la dimisión de Milosevic
ENVIADO ESPECIAL Unas 70.000 personas se congregaron ayer ante la sede del desaparecido Parlamento federal yugoslavo para repudiar la política del presidente serbio, Slobodan Milosevic, y exigir su dimisión. El príncipe Alexandar Kgrayoryevic, pretendiente al trono serbio, se dirigió a los manifestantes en su primer baño de multitudes desde su llegada a Belgrado, la víspera. "Ya estoy con vosotros", dijo, entre gritos de "¡Queremos al Rey!" y "¡Quédate!". A pesar de las advertencias lanzadas por la policía, la protesta transcurrió sin incidentes.
Popes de la Iglesia ortodoxa, miembros de sindicato independiente Nezavisnost y estudiantes en protesta confluyeron en la antigua plaza de Marx y Engels, hoy rebautizada Nikola Pasic. Abundaban las banderas serbias (rojo, azul y blanco con un águila bicéfala), los retratos del príncipe Alexandar y del líder de la oposición Buc Draskovic y pancartas que pe dían la dimisión de Milosevic y el cambio."Los serbios no queremos morir más. La victoria será nuestra, pero no puede ser ni cara ni sangrienta", exclamó desde la tribuna de oradores el pretendiente al trono de Serbia, recién llegado de Londres, su residencia habitual. "Sois la luz de Serbia y su mejor futuro. Estoy con vosotros", dijo el hombre que en cuestión de semanas se ha convertido en el principal contrapeso al régimen de Milosevic bajo la bandera de una monarquía democrática.
Histeria nacionalista.
La concentración estaba convocada por el Movimiento Democrático Serbio (DEPOS), que agrupa a intelectuales y escritores que hasta fecha reciente fueron el soporte intelectual de Milosevic, aunque el verdadero artífice de la protesta era el Partido de la Renovación -Serbia, de Buc Draskovic. "Estamos viviendo una histeria nacionalista". Vivimos bajo la intolerancia típica del nacionalsocialismo y del fascismo", dijo en su intervención Draskovic. Y añadió: "Hemos logrado multiplicar nuestros enemigos en una progresión geométrica".
El líder de la oposición serbia aludió al papel propagandístico que está desempeñando la televisión de Belgrado en manos del régimen de Milosevic: "Tenemos los oídos tapados y los ojos vendados". Uno de los grandes temores de los organizadores de la manifestación era, precisamente, que elementos exaltados intentasen ocupar al final del acto las instalaciones de la televisión, a escasos metros del lugar de la concentración.
Uno de los representantes del movimiento de estudiantes que están encerrados en tres facultades desde hace 14 días, en protesta contra el régimen serbio, definió la acción de su movimiento en estos términos: "Es una protesta política y una protesta vital de los jóvenes. No queremos que con nuestros títulos universitarios nos veamos obligados a marcharnos al extranjero, porque aquí no se puede vivir". Y enumeró así las peticiones del movimiento estudiantil: "Dimisión del presidente de Serbia, por su política incompetente y de traición al pueblo; disolución del Parlamento; creación de un Gobierno de salvación nacional, formado por políticos de prestigio, y lucha contra el fascismo y el chovinismo".
Los organizadores de la protesta esperaban la asistencia de vanos cientos de miles de personas. Las expectativas no se cumplieron ni de lejos, aunque noticias sin confirmar indicaban que numerosos autocares, que transportaban a manifestantes desde otros puntos del país, se vieron bloqueados por la policía en los accesos de Belgrado. Los concentrados tenían previsto pasar todo el día ante la sede del Parlamento hasta ver cumplidas sus exigencias.
Temor a las provocaciones
Belgrado permaneció durante toda la mañana en silencio. Muchos habitantes de la capital serbia, que no asistieron a la concentración, seguían el desarrollo de los acontecimientos desde los televisores en sus casas. El temor a la presencia de elementos provocadores del partido radical de Vojislav Seselj, con el propósito de, reventar el acto, no se habían cumplido anoche. El neofascista Seselj hizo un llamamiento contra la manifestación "organizada por los partidos traidores", a los que acusó de haber recibido dinero de los servicios de espionaje alemanes, y llegó a difundir en la prensa una lista, con nombres y apellidos, de varios dirigentes estudiantiles, a los que calificó de agentes de fuerzas extranjeras.
Este tipo de acusaciones públicas es la mejor excusa para las posteriores amenazas en la situación actual de Belgrado. "El mundo occidental quiere despedazar a Serbia. Si los que protestan hoy llegaran al poder, incitarían ellos mismos a una intervención extranjera. contra Serbia", había repetido machaconamente la emisora de radio gubernamental horas antes del comienzo de la manifestación.
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