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Los déficit públicos son la principal rémora para "la vuelta al crecimiento", según el Banco de Pagos

Crecimiento lento, desaceleración o momento bajo del cielo son tres denominaciones que utilizan los políticos para referirse a la evolución de la economía durante los últimos dos años. El Banco Internacional de Pagos (Bank for International Settlements, BIS) evita estos eufemismos en su último informe anual, habla directamente de recesión y la compara con las dos crisis del petróleo, a mediados de los setenta y principios de los ochenta. Lo importante ahora es la vuelta al crecimiento normal. El BIS aquí ofrece más interrogantes que respuestas y destaca que, los déficit acumulados son una rémora para la salida de la crisis.

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Incertidumbre, optimismo y precaución son las tres palabras con las que el Banco Internacional de Pagos resume la situación económica actual. La incertidumbre obedece al largo tiempo que lleva anunciándose la vuelta al crecimiento normal" y a la resistencia que la mayor parte de las economías ofrecen a la hora de responder a un anuncio reiterado con tanto énfasis por políticos y organismos internacionales. El optimismo es siempre necesario y tiene, según el BIS, cierta lógica desde que la economía de Estados Unidos "está saliendo de la recesión". La precaución es casi obligatoria, sobre todo porque, según el informe, "es dificil predecir la velocidad, duración y forma de la recuperación".El informe anual del Banco de Pagos destaca que "el principal foco de debate sobre la situación de las economías industriales pretende averiguar cómo se puede volver a la senda de crecimiento normal". El BIS estima que esa "senda de crecimiento potencial se sitúa en la mayoría de las economías industrializadas entre el 2,5% y el 3%".

No alcanzar ese potencial se traduce inmediatamente en problemas en el empleo y en las finanzas del sector público. Recomienda "reformas estructurales" para permitir una utilización más intensiva de capacidad industrial sin que aparezcan tensiones inflacionistas. El BIS afirma que "mejorar la formación profesional y eliminar las rigideces mejorará el funcionamiento del mercado de trabajo".

Esta escasa confianza en la capacidad del sector público para reducir el paro se convierte en radical desconfianza cuando el BIS analiza las posibilidades de impulsar la recuperación con el gasto público. El efecto de esas políticas es precisamente el contrario, según el informe que analizarán hoy la treintena de gobernadores de bancos centrales (incluído el Banco de España). El informe destaca que un buen número de países ha comprobado que los aumentos del déficit, en lugar de estimular la economía, ahondan la desaceleración económica. En las recesiones y en los momentos de bajo crecimiento la capacidad de recaudar impuestos disminuye por la caída de las rentas, de los beneficios y de la actividad económica. Al mismo tiempo, muchos gastos -como el subsidio de desempleo o las pérdidas de empresas públicas- se disparan.

Ambos factores dificultan la financiación del déficit, lo que obliga bien a subir los tipos impositivos para recaudar más, o a elevar los tipos de interés con el objetivo de encontrar compradores para nuevas emisiones de deuda pública. Ambas medidas en los momentos de bajo crecimiento suponen un freno a la demanda y, por tanto, a la recuperación económica.

El Banco de Pagos también critica, por ineficaz, la política de reducción indiscriminada de tipos de interés, como la efectuada por Estados Unidos en el último año y medio que "confirma que no pueden esperarse ni rápidos ni predecibles resultados de una política monetaria expansiva", Tras estos dos jarros de agua fría a las políticas monetaria y fiscal expansivas, el informe del BIS concluye que "los responsables de la política económica aún tienen importantes líneas de acción". Dentro de cada país destaca la necesidad de poner en marcha reformas estructurales que permitan aumentar la flexibilidad de los mercados de trabajo y de bienes, por un lado, y controlar la inflación, dentro de la política interna, por el otro. En el ámbito internacional defiende que los países más avanzados no deben olvidar la integración de las economías latinoamericanas, del este europeo y la antigua URSS, y la necesidad de "profundizar en la liberalización comercial" prevista en el GATT.

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