Los cabecillas de la red de menores dicen que los acogieron por lástima
Los dos cabecillas de la presunta red de corrupción de menores desarticulada en Madrid en 1990 negaron ayer al tribunal que les juzga haber reclutado a niños para inducirlos a la prostitución. El brasileño Carlos Alberto Roimâo explicó que él llevó algunas noches chaperos (muchachos que ejercen la prostitución) a su casa por lástima. "Sé lo dura que es la calle, por eso los recogía". A preguntas del presidente de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, Româo evitó facilitar los nombres de los clientes de los niños. En cambio, sí accedió a llevar a la sala a los suyos propios. Declaró que su oficio es la prostitución.
La declaración del otro brasileño, Iasías Gómez de Araujo, también cabecilla de la red, no varió respecto a la de Româo. Corroboró sus declaraciones -"Carlos no sometía a prácticas homosexuales a los menores, sino que los invitaba a casa para ayudarles"- y negó cualquier implicación suya en los hechos. Gómez de Araujo reveló que él era quien se encargaba de hacer en casa la comida a los visitantes, y que nunca oyó nada anormal en el apartamento porque siempre tenía la música puesta. El juicio que se celebra contra los supuestos miembros de esta red -siete en total- se abrió el pasado jueves y está previsto que concluya a mediados de la próxima semana. Los menores no han prestado aún declaración. Se desconoce si lo harán a puerta cerrada: hoy todos son mayores de edad, aunque en el momento de los hechos rondaban los 16 y 17 años.
Tras ser detenido por otro delito, uno de los menores testificó ante la policía que trabajaba para Carlos Alberto Româo. Su trabajo consistía en realizar todo tipo de prácticas homosexuales con clientes (que, según él, le proporcionaba Româo) que llegaron a abonar hasta 125.000 pesetas. El Juzgado de Instrucción número 39 ordenó intervenir los teléfonos del piso en que vivía Româo, y dos meses más tarde decretó el registro de casi una de cena de viviendas.
Agendas
En casa de Româo, la policía se incautó de varias agendas en las que aparecen teléfonos y nombres de clientes, y también requisó artículos sexuales. Ese mismo día fueron detenidas unas 30 personas. Ninguno de los presuntos clientes de los menores está encausado debido a que éstos se han negado a identificarlos. En la segunda sesión del juicio, celebrada ayer, el Fiscal inquirió a ambos procesados sobre los dos menores que captó Româo en Portugal y trajo a Madrid para, presuntamente, someterlos a prácticas homosexuales. Româo declaró que los invitó a su domicilio porque eran amigos suyos. Respecto a los chaperos menores que captaba en la zona centro de Madrid y después llevaba a dormir a casa, señaló que lo hacía por compasión: "Para darles una cama, un plato de comida... ".
Româo, de 1,90 metros de estatura y bien parecido, reconoció que desde que llegó a España se dedicó a la prostitución, pero precisó que jamás reclutó a menores. "Quien se prostituía era yo". Existen una cintas grabadas en las que algunos clientes le piden que les proporcione a "jovencitos aniñados". "Yo les decía [a los clientes] que menores no, que había brasileños morenitos... Después, quien se presentaba ante el cliente era yo; si me rechazaba, pues me iba", dijo. Reconoció que su oficio -ejercido en varios países- le granjeó un buen nivel económico.
El presidente de la sala pidió a Româo que le hablara de los clientes, pero éste se remitió al contenido de las agendas. El presidente mencionó, sin embargo, varios nombres, entre ellos el de un camionero que ha asegurado haber mantenido contactos sexuales con un menor tras hablar con Româo. Éste señaló que no entendía cómo el camionero había podido decir tal cosa.
El fiscal considera que los dos principales cabecillas son culpables de siete delitos de corrupción y otro de prostitución.
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