Vicent y los animales
Es lástima que la vaca no disponga, como el toro de lidia, de un abogado tan elocuente como usted, señor Vicent (Corrida de toros, Manuel Vicent, suplemento semanal de EL PAÍS, 10 de mayo), pues si lo tuviera, seguro que algunos suprimirían de su dieta el filete. Tal es el vigor de su alegato contra las corridas de toros, que nos pone en el brete de remar contra el viento si persistimos como colectividad en su celebración. Admito que Vicent, tan sensible a la suerte de los toros de lidia, tiene un corazón bueno, donde toda clase de animales sufrientes encontraría solidaridad; pero, lamentablemente, sólo ve y escucha las "matanzas públicas" de animales. En efecto, clama contra el cruel destino de toros, cabras y gallos de ciertas fiestas, sin señalar la hecatombe sistemática de los mataderos de esa modernidad que "por fin está a nuestro alcance".
Mas no debe de tratarse de un despiste, y lo que el señor Vicent estima entonces es que los millones de sacrificios que se realizan cada año, sobre todo en los países modernos, son justos y necesarios. En todo caso, su parcialidad vindicativa sugiere que con las cosas de comer no juega.
Lo cierto es que, según Jean-Marie Bourre, más de la mitad de las proteínas vegetales obtenidas cada año en el planeta constituyen el alimento de los animales; con el agravante de que por cada cinco partes de proteínas vegetales invertidas se obtiene una sola parte en forma de proteínas animales, que alimenta sobre todo a los países del Norte.
Si de verdad al señor Vicent le interesa el bienestar de los animales, más sensato sería que criticara los hábitos carnívoros de nuestra sociedad en lugar de dar pábulo a la canalla prohibicionista. Para esto último ya existen instancias competentes.-
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