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Tiempos cambiantes

El Madrid recibe hoy al Joventut en el tercer partido de la final

Lo que son las cosas. La espectacular irrupción de la Liga Europea ha dotado a la temporada de un punto de referencia obligado, una panacea económica y deportiva. La Liga Europea ha supuesto un indudable avance, pero ha tenido un efecto contraproducente. La final de la Liga entre el Madrid y el Joventut, de la que hoy se juega (12.30, La 2) el tercer partido en el Palacio de Madrid (1-1 en la serie), ya no es lo que era.

Hace un par de años, el último capítulo de una apretada temporada suponía el ser o no ser de los equipos que llegaban a esta decisiva cita. Lo hecho anteriormente carecía de sentido para los grandes conjuntos aspirantes si no era corroborado con el éxito total. Asistíamos a choques agónicos, encuentros presididos por la tensión, jugadores dispuestos a dejar el último aliento en la búsqueda de la gloria, directivos que sudaban tanto como los que estaban en cancha. En juego, el todo o la nada.Muchas cosas han cambiado, hasta el punto que las semifinales han robado el papel protagonista de la obra liguera. Con cuatro equipos todavía en liza, uno de ellos ha de quedarse fuera, y el drama preside este acto con toda su grandeza. El Taugrés lloró, y los dos equipos madrileños respiraron. Al Real Madrid y al Joventut les quedaba un paso más, pero la gran meta había sido cruzada. El pastel estaba repartido y sólo faltaba la guinda. Son cosas de la modernidad, y es el precio que hay que pagar por la bienvenida Liga Europea. Joventut, Estudiantes y Barcelona fueron los pioneros de la nueva fórmula, y pueden dar fe de su idoneidad.

Pero esta sensación de que ya se ha cumplido el objetivo al entrar en la Liga Europea se está notando, o lo que es lo mismo, se transmite. Conseguido el objetivo principal, ambos conjuntos están haciendo de la limpieza su modus vivendi, sorprendente condición para un acontecimiento como éste. Estamos a mitad del serial y todavía da la impresión de que la cosa no se ha calentado lo suficiente. Por poner un ejemplo, en 80 minutos no ha habido ni siquiera un mínimo altercado entre jugadores (recordar las semifinales).

El hambre del Madrid

El Real Madrid ha sacado provecho en Badalona, porque dentro de esta dinámica poco beligerante, tiene más hambre que sus rivales (lleva mucho tiempo sin ganar una Liga que parecía patrimonio exclusivo suyo en el pasado) y su situación física es mejor, a lo que también ayuda Lolo Sainz, el técnico del conjunto de Badalona, con su conservadurismo. Precisamente al entrenador del Joventut le corresponde por ahora el papel del malo de la película. Dejar a Tomás Jofresa en el banquillo durante todo el segundo partido, cuando había sido el revulsivo en el primero, le ha supuesto una avalancha de críticas, sobre todo en Cataluña. Y entonces uno se pregunta: ¿es que hay alguien todavía que no conoce a Lolo Sainz?

Para el papel de bueno, y por lo visto en el segundo encuentro, gana opciones Chechu Biriukov, que fue más productivo que Villacampa y resolvió en momentos decisivos. Compitiendo por tal honor, y estando Tomás en remojo, Mark Simpson es el máximo candidato, mientras que Ricky Brown es siempre un seguro. Como feo, el mejor que hay en toda la Liga. Corney Thompson se merece el cielo y algo más. Cojo, cansado, y con más golpes que un saco, sigue dando el callo. Alguno tendría que aprender.

La final se acerca a su conclusión con casi todos los papeles repartidos. Sólo falta que directores y actores decidan poner la justa mezcla de acción, elegancia y violencia bien entendida para que la película resulte.

De momento, el Real Madrid se ha ganado la opción de rematar la faena en los partido que hoy y el martes se disputarán en el Palacio de la Comunidad, para no tener que volver a Badalona a jugar un quinto, difícil y decisivo partido. Lo tiene a su alcance, y, si lo logra, tendrá su mérito, porque ganar tres partidos consecutivos al Joventut no está al alcance de muchos en esta temporada.

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