Santiago Kastner, musicólogo ibérico
La muerte de Santiago Kastner hace tres días, nos priva de una de las grandes figuras de la musicología ibérica y, sin lugar a dudas, del hombre que más y mejor contribuyó al estudio, análisis y difusión de las escuelas de tecla en España y Portugal. Nacido en Londres el 15 de octubre de 1908, Kastner era y se sentía portugués, pero su formación la hizo sucesivamente en Amsterdam, Leipzig y Barcelona. En la capital catalana trabó amistad y siguió las enseñanzas con mosén Higinio Anglés, por lo que estuvo muy ligado al comienzo de las actividades del Instituto de Musicología.
Músico práctico, sus actuaciones como clavecinista fueron muchas, a la vez que desempeñaba la cátedra del viejo instrumento en el Conservatorio Superior de Lisboa. Ya en 1936 publica su Música hispánica, y cinco años después aparece un libro altamente interesante y, en muchos aspectos, clarificador: Contribución al estudio de la música portuguesa y española. En él quedan patentes los lazos culturales, históricos y estilísticos que unen la música lusitana y española, al tiempo que se destacan las diferencias de matiz o de orientación, sobre todo cuando el imperio del nacionalismo vuelve a los creadores de cada país sobre sus propias herencias tradicionales, bien fueran folclóricas o cultas.
Sus trabajos de investigación fueron incesantes, y gracias a ellos sacó a la luz no escasas riquezas que estaban escondidas en los archivos cortesanos o catedralicios (Coímbra, Badajoz, Tuy, Palencia), lanzó colecciones de clavecinistas españoles y cravistas portugueses, publicó inéditos y facsímiles de gran interés, puso en circulación las sonatas de Seixas, la música para dos instrumentos de teclado de Antonio Soler o la de los artistas ibéricos del siglo XVII.
Fue preocupación de Santiago Kastner la musicología comparada, y en esta materia conectó con acierto el arte de nuestros creadores ibéricos con los de las escuelas extranjeras, italianas, alemanas o nórdicas, y a la vez buceó en rincones históricos tan sugestivos como el viaje a Italia de Antonio y Juan de Cabezón.
En materias menos frecuentadas por él, como la de la contemporaneidad, le debemos una aguda y temprana biografía de Federico Mompou (1945). Santiago Kastner era un gran erudito y también un humanista de hondo calado y extensos conocimientos. Como estudioso y como artista sumaba al rigor germano la imaginación latina y el amable señorío lusitano. Habrá que reunir toda la obra de Santiago Kastner, que por sí misma constituye un importante capítulo de la historia y la musicología de los países ibéricos. Me parece una proposición digna de aunar los esfuerzos de Portugal y España, a los que el musicólogo desaparecido entregó todas las horas de su existencia.
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