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Una serie de gordos

'Muñecas', que emite TVE-1, un caso atípico de la telecomedia

Muñecas es el título de la nueva telecomedia que la primera cadena de TVE ha reservado para las noches de los miércoles, en el espacio en el que venía emitiéndose Quién sabe dónde, que pasa a los lunes. Tres hermanas sobraditas de peso, pero con un insobornable espíritu positivo, coinciden en un apartamento de Nueva York, en el que comparten unos pocos metros cuadrados y unos cuantos problemas más.

Ni Carlene (Wendie Jo Sperber), la más sensata y equilibrada del trío, ni sus dos hermanas, Darlene (Susan Paretz) y Marlene (Lesley Boone), algo menos rilajadas, están dispuestas a dejar que los kilos se interpongan en su camino.Aparentemente fue la popularidad de la opulenta Roseanne la que facilitó el camino a muñecas en su debú televisivo en 1990. Pero, al margen de parentescos de peso, la realidad es que Muñecas, una comedia producida por la Fox, que apadrinó a Los Simpson, está más cerca en intención de lo que se llama muy gráficamente smellovision, o sea, esa televisión más basta y grosera en situaciones y léxico, en la que, por ejemplo, se habla tranquilamente de temas tabú, como los malos olores, y que también representan series como Matrimonio sin hijos.

Provocación

Aquí se habla constantemente de gordura -también se la ve-, lo cual en el Estados Unidos del fitness es toda una provocación. Una de las actrices, Wendie Jo Sperber (se la puede recordar por las películas de Steven Spielberg I wanna hold your hand y 1941), obsesionada durante toda su vida por la báscula, se pensó, lógicamente, dos veces en convertir sus redondeces en un motivo de telecomedia."No estaba muy segura de que quisiera hacer la serie, porque siempre he evitado interpretar a personajes abiertamente gordos". Después se convenció de que la experiencia podía ser una especie de exorcismo. Y, desde luego, la gordura no se esconde en Muñecas. Antes bien es su razón de ser y la base de todos los chistes, al menos en los primeros episodios. Las hermanas pasan casi todo su tiempo lanzando o recibiendo alusiones a su incontinente apetito, a la laboriosa búsqueda de tallas grandes o a la batalla perdida con la báscula.

El mensaje de la serie es, sin embargo, que no importan los kilos, que, con todo, son una apreciación relativa, sino el sentirse bien con uno mismo. Este consolador mensaje no fue todo lo convincente que pedía la audiencia de Estados Unidos. Bien acogida por la crítica -fue estrenada en EE UU en otoño de 1990-, hubo de renunciar en poco tiempo a sus chistes sobre la gordura. Lo difícil fue encontrar la forma de hacerlo con las tres rotundas, y espléndidas, actrices en pantalla.

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