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El Joventut facilita la venganza del Estudiantes

Robert Álvarez

El Joventut, porque efectivamente era el Joventut el equipo que jugó de verde y negro a pesar de que no lo pareció ni por su juego ni por su forma de encarar el envite, facilitó la venganza del Estudiantes. El conjunto madrileño tenía clavada la espina de su derrota en las semifinales de la Liga europea y ayer se la arrancó y, de paso, se situó en una inmejorable posición para tener acceso a la final de la española. En cualquier caso, se ha colocado con una ventaja de 1-0 y, por el momento, ha arrebatado al campeón la posibilidad de decidir virtualmente en su propia cancha.El cuadro catalán regaló el primer acto. Ni por un momento alcanzó los mínimos que se pueden esperar de su potencial y de su historial. Se estrelló contra una defensa alternativa al hombre y en zona y que, ante su contumacia en el error, derivó hacia esta segunda modalidad en exclusiva. No supo sacar provecho de su potencial dominio bajo los aros, acrecentado por el flagrante error que llevó a Orenga a sumar cuatro faltas personales antes del descanso después de serle marcada una técnica, y del limitado discurso de Pinone, que apenas intentó poner orden en su equipo, que lo necesitó en grandes dosis.

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Lolo Sainz careció de recursos. Thompson se lesionó en la rodilla derecha en el minuto 16. Pero tuvo que volver, cojeando ostensiblemente, para tratar de arreglar el desaguisado. Rafael Jofresa y Villacampa naufragaron al principio del segundo periodo y fueron relevados por Tomás Jofresa y Pardo, que no encestaron una sola canasta.

El mérito del Estudiantes, más que el de superar al débil Joventut de ayer, fue el de recomponerse de los repetidos e importantes momentos en los que varios de sus mejores exponentes perdieron los nervios. Contra su costumbre, contra la idiosincrasia de su juego, Herreros, Orenga y, especialmente, Winslow incurrieron en conductas de patio de colegio. Algo inesperado y contraproducente cuando el encuentro, para su club, era importante, pero ni mucho menos decisivo. En contra de lo que pareció en esos instantes, el Estudiantes tenía más a ganar que a perder.

Fue Winslow quien abrió el festival de incoherencias. Lo hizo además cuando la defensa en zona se le había atragantado al Joventut y el Estudiantes había alcanzado su primera ventaja clara (15-20, m. 8). Se le castigó con una falta intencionada. El Joventut respiró. Más aún, cuando Miguel Ángel Martín tuvo que sentar a Herreros para procurar serenarlo. Los badaloneses abrieron brecha. En ésas, Orenga cometió su tercera infracción y, a renglón seguido, otra intencionada. El Joventut llegó a dominar por 11 puntos (39-28) y deperdició la ocasión -falló dos tiros libres y perdió la posesión de la pelota que le permitía esa falta intencionada- de adquirir 15 de ventaja en el descanso.

Winslow se redimió con un inicio impecable de la segunda parte, en la que propició la remontada de su equipo (53-54, m. 28). La carencia de un juego interior mínimo en el Joventut permitió a la defensa en zona del Estudiantes presionar mucho más sobre los jugadores exteriores. El resultado fue que el Joventut marró hasta cinco triples consecutivos y su juego perdió cualquier coherencia. Así, el Estudiantes resolvió pese a que Winslow se ganó una nueva técnica y se tuvo que ir al banquillo.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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