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'El Cristo de Matanzo'

Emoción y penitentes descalzos en las procesiones madrileñas

Las comparaciones son odiosas, pero necesarias. Ni Madrid es Sevilla; ni sus cristos, ni sus pasos, ni sus penitentes, seguidos por el concejal de Centro, Ángel Matanzo, se le parecen. Sin embargo, todo resultó emocionante. Eso pensaban algunas de las 400 personas que acudieron ayer a la calle del Nuncio, en pleno barrio de La Latina, para ver la salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno el Pobre, el de la melena lacia hasta la cintura.Por primera vez en varios años el Cristo Pobre no salía en carruaje sino a hombros de unos fornidos nazarenos. A las cuatro de la tarde muchas vecinas le esperaban ya, detrás de la baranda. Así que a las cinco y veinte, 10 minutos antes de que saliera el Cristo, nadie que permaneciera detrás de la barrera metálica podía llevar con buen humor el hecho de que todo el que cargara con una cámara tomara posiciones de privilegio. Frases que se escucharon:-¡Será fresco el tío! ¿No se da cuenta de que llevamos aquí desde las cuatro, y usted se pone ahí sólo por llevar una cámara? -decía una señora.

-Pues no haber venido tan temprano le respondían.

-¿Ah, sí?, pues verá ahora. -La señora, de unos 50 años se recogió la falda, echó unapierna a caballo en la baranda y saltó al interior.

-¡Tendrá poca vergüenza la tía!; anda, señora, no le eche tanta cara a la vida, clamaron los que la rodeaban.

Conforme iban saliendo los penitentes descalzos y con cadenas, los ánimos se iban calmando. "Ése es mi hijo. Las cadenas que lleva son. de acero". "Qué mal lleva ése la cruz. "Uyyy, uyyy, Dios mío, que casi le arranca la cabeza con la cruz a uno". "Claro, es que la lleva mal colocada porque es zurdo", dijo otro.

Por fin, a las cinco y media se ve, primero, al capataz, que indica: "Despacio, despacio, eeeeso es". Después, los primeros costaleros con el Cristo al hombro. Hasta que el capataz dice: "¡Arriba, valientes, que sois todos unos valientes!", y se escucha un aplauso, y la gente le tira flores y se oye una corneta que calla a todo el mundo.

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Entonces, el director de la Orquesta Municipal de Móstoles hizo una señal a sus chicos y los 50 niños rompieron a cantar con el que fue poema de Antonio Machado y después canción de Serrat. Y casi después de que las cornetas arranquen con aquello de: "¡Oh!, no eres tú mi cantar; no puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero sino al que anduvo en la mar".

Saeta

El Cristo se balancea magistralmente, y la gente empieza a murmurar algo. "Que sí, hombre; que te lo digo yo". "Pues sí, parece que se oye algo". En la calle del Nuncio, una señora, a las seis menos diez de la tarde, le cantó una saeta con todas las de la ley al Cristo Pobre, al de la melena larga, que llevaba a Matanzo a sus espaldas con una vara de autoridad. Aquello, para muchos, era Sevilla.

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