Máxima prudencia
La Bolsa, entendida como máquina reproductora de dinero, no da para más. La inversión se limita a rápidas entradas y salidas en algunos valores aprovechando subidas como la que ayer trajo el alza en la Bolsa de Tokio y la víspera la que hubo en Nueva York. La rentabilidad gira sobre el cupón o las ampliaciones liberadas o a la par. La consigna es máxima prudencia. El mundo de los negocios terne un susto. Las buenas perspectivas de crecimiento que tiene todavía la economía española no hacen olvidar la situación internacional, aunque algunos confían en que el año electoral en EE UU anime la economía. Los excesos inmobiliarios de los últimos tiempos se están pagando muy caros, mientras que la pérdida de mercado de algunas cementeras ha conducido a empresas emblemáticas a un descenso de ventas y beneficios. Un valor tan estable como Telefónica se ha convertido en el más contratado en Barcelona. El índice de Barcelona, con un peso industrial muy superior al de Madrid, sigue reflejando el castigo que sufren muchos grupos industriales y fue el que más subió cuando en 1987 se hinchó la burbuja. También ha sido el que más ha caído ahora.
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