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El haraquiri con tal de hablar por la 'tele'

Un desconocido amenaza con matarse en un programa cultural de la cadena francesa Antenne 2

En sus tres lustros presentando programas culturales en la televisión pública francesa, Bernard Pivot se había enfrentado a escritores borrachos como Charles Bukowsky, susceptibles como Marguerite Duras, herméticos como Vladímir Nabokov o delirantes como Fernando Arrabal. Pero Pivot nunca había tenido que vérselas con una situación como la ocurrida en la noche del pasado domingo, cuando, ante las cámaras de Antenne 2, un espectador del programa Bouillon de culture (Caldo de cultura) amenazó con hacerse el haraquiri en directo.Ocurrió en menos que se tarda en contarlo. Pivot discutía apaciblemente con el novelista francés Michel Tournier, el cineasta ruso emigrado a Estados Unidos Andréi Konchalovski y otros tres invitados. Todo transcurría normalmente hasta que, de repente, uno de los espectadores que rodeaban la mesa donde departían Pivot y sus invitados se lanzó a la arena, sacó un cuchillo de cocina, se puso de rodillas y dijo que estaba dispuesto a abrirse las tripas si no se le concedía la palabra.

Pivot reaccionó con admirable sangre fría. Sin mostrar el menor signo de desconcierto o pánico, anunció que otorgaba tres minutos al intruso. Éste, un hombre alto, delgado y barbudo, de unos 40 años, vestido con traje de chaqueta y corbata, protestó por el poco caso que la televisión francesa presta a las protestas estudiantiles desencadenadas por la reforma de la enseñanza superior impulsada por el ministro de Educación, Lionel Jospín. Hace dos semanas, unos 20.000 estudiantes se manifestaron en París contra esa reforma que supone la desaparición o devaluación de la enseñanza del griego, el latín, la psicología, el teatro, la economía y otras disciplinas humanistas. El próximo jueves, los estudiantes se han dado cita en las calles de París con el mismo motivo.

"Si ustedes no me escuchan, si no me dejan expresarme, habrá incidentes el jueves, en la manifestación de los estudiantes. Quiero que se me escuche", decía el hombre. "Ya le estamos escuchando", respondía Pivot. "La televisión no está haciendo el menor caso a la reforma Jospin ", añadía el intruso. "Cómo quiere usted que se le haga caso si emplea estos métodos", replicaba el presentador. "Los estudiantes son unos héroes; los periodistas, unos buscamierdas", chillaba el tipo del cuchillo. Visiblemente descompuesto, el novelista Tournier no paraba de quitarse y ponerse las gafas.

Entonces, la escena desapareció de las pantallas de los espectadores: "Rogamos disculpen esta interrupción. Bouillón de culture estará de vuelta dentro de unos instantes". Y en, efecto, dos minutos después, Pivot daba por terminado el "lamentable incidente" y reemprendía la conversación con sus invitados. El intruso había desaparecido.

Los servicios de seguridad de Antenne 2 habían actuado con presteza. El desconocido había sido desarmado, reducido y expulsado del plató. Pivot hizo todo lo posible ayer por quitar importancia al suceso. El intruso, cuyo nombre no fue facilitado por ninguna fuente, había logrado colarse entre el público gracias a un carné de un periódico parisiense. Se trataba, dijo Pivot, de "un perturbado mental", un "desdichado" que "sólo podía ser peligroso para sí mismo". La policía francesa, muy, muy enfadada con Antenne 2, buscaba ayer al espontáneo. Los servicios de seguridad de la cadena le habían liberado de inmediato, antes de que a las fuerzas del orden les diera tiempo de llegar a los estudios.

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