El Estudiantes cayó en la prórroga en Tel Aviv
JUANMA ITURRIAGA, ENVIADO ESPECIAL, El Estudiantes perdió en los últimos segundos de la prórroga, y tenía todas las de la ley para irse al vestuario con la cabeza más alta que sus rivales. Jugó mejor, demostró más recursos técnicos y tácticos que el Maccabi y soportó sin temblar la enorme presión que ejerce el público israelí. Pero perdió. Poca recompensa para sus merecimientos, y lo que es peor, nula rentabilidad a su enorme esfuerzo.
Hay una regla no escrita que dice que cuando juegas fuera de tu país y vas de víctima propiciatoria (al Estudiantes no se le tenía excesivamente en cuenta por estas latitudes) hay que estar agazapado, sin perder de vista a la presa ni asustarla, dando sensación de que asumes tu inferioridad. En un momento específico, rodado el segundo tiempo, empiezas a poner nervioso a tu rival. En plena crisis de los ya asustados enemigos, te pones por delante y estableces suficiente margen como para no estar expuesto a la reacción del contrario, la suerte de las últimas jugadas o las decisiones arbitrales.
El Estudiantes siguió el manual con pulcritud en sus primeras páginas. Al descanso (48-55) se fueron contentos público y jugadores locales. Aquello no parecía que iba a tener demasiada complicación. Después, cuando una buena salida del Maccabi colocó alerta roja en el marcador (58-67, m. 27), una zona ajustada ahogó la ametralladora israelí. Era el momento del siguiente paso.
El manual se desarrollaba a la perfección (71-69, m. 30). Pero falló la última condición para que el trabajo resultara perfecto: la que recomienda aprovechar el desconcierto para llegar al final con suficiente ventaja. El Estudiantes dejó pasar ese momento y el Maccabi recuperó el pulso.
El partido se convirtió en un continuo sobresalto, donde las ventajas israelíes eran enjugadas de forma espectacular con triples o suicidas entradas a canasta. En los últimos seis minutos no estuvo nunca el Estudiantes al mando, pero logró empatar a 83, 85, 88 y 90.
El Estudiantes llegó justo de fuerzas y efectivos a la prórroga, y la eliminación de Pinone (Orenga ya estaba fuera hacía bastante tiempo) le dejó sin referencia interior, fundamental en las jugadas decisivas.
El Estudiantes perdió una gran oportunidad de la que hay que esperar ahora que no tenga que acordarse. El Maccabi dio la impresión de ser un equipo accesible y muy limitado a lo que puedan hacer sus dos anotadores, Jamchi y Mitchell, pero ya conocemos el refrán. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, porque mañana, quién sabe, puede ser otro día.
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