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Reportaje:

Viaje al Vaticano iraní

El clero shií denuncia una conjura contra el islam

Son las seis de la mañana en Qom, y el majestuoso santuario de dos cúpulas y minaretes turquesa ya está repleto de creyentes que elevan su primera plegaria a Alá. Los millares de espejos romboidales de las bóvedas magnifican el torrente de luz blanca que emana desde el interior de toneladas de cristal antiguo, mientras el aroma de sándalo del sarcófago negro que contiene los restos de Fátima, la hermana del imam Hossein, navega suavemente en el murmullo de voces. La gente de la ciudad sagrada de Qom, la cuna de la revolución islámica del ayatolá Jomeini, está en contacto con Alá, el misericordioso, el compasivo. Se le pide íntimamente la paz y el bien. Fuera, en el patio de las abluciones, se habla de justicia y política.

Entre la algarabía de niños y el graznido de las cigüeñas, varios shiíes de Irán, AlIganistán y de los confines más remotos de Asia central discuten sobre la gran conjura occidental contra el islam. A 160 kilómetros al sur de Teherán, hay certeza de que no va a funcionar."Alá está de nuestra parte", dice Abu Mukdad Hosseini, un mulá de cuidada barba negra y cuyos intensos ojos verdes reflejan, sobre todo, convicción. Su turbante negro revela años de estudio en la Joyatiyeh, la escuela teológica de Qom y el centro del poder shií que hace 13 años despachó a la corrupta dinastía de los Pahlevi al basurero de la historia.

"El Islam se extenderá por todo el mundo", agrega su compañero, un cuarentón llamado Ahmad Hosseiniyeh. "No sólo a causa de la nueva situación en el mundo ni por la desaparición del sistema comunista", dice. "Es la hora del islam".

Sentados en las heladas baldosas del patio, sin más protección que sus abayas marrones, los dos mulás dan así una perspectiva propia a lo que el ayatolá Alí Jamenei, el líder espiritual de la revolución iraní, ha venido diciendo en vísperas del Ramadán, el mes sagrado de ayuno y oración, que comenzó ayer.

Jamenei ha elegido una fecha adecuada para hablar del futuro de la revolución islámica. El resurgimiento musulmán desde el norte de África hasta China, su extensión hacia Europa y el Caribe, son, para el sucesor del imam Jomeini, "el preludio de un gran movimiento mundial". Así lo declaró el miércoles ante el poderoso Consejo de Expertos.

Motivo de orgullo

La inspiración que Irán ha generado en vastos sectores de los 900 millones de musulmanes de todo el mundo es motivo de orgullo en Teherán, pero de profunda preo.cupación en Occidente.Para cualquier musulmán, nada refleja mejor esa preocupación que la hostilidad manifestada hacia un proceso que Teherán dice que es inexorable. Hace tres días, el ayatolá Jamenei volvió a condenar "la arrojeancia global y su refinada red de propaganda" como los principales enemigos de los musulmanes. Sus palabras reflejan un sentimiento de sospecha frente al nuevo orden declarado por EE UU o la actitud de una comunidad internacional que contempla pasivamente el timo electoral en Argelia.

En el análisis más simple del debate entre un considerable sector de seguidores del profeta, Estados Unidos va a tratar de impedir que la religión más politizada y militante del planeta aterrice en el vacío creado por la desaparición del comunismo.

"La prensa occidental es instrumento vital de la gran conjura", dice Abu Mukdad Hosseini. "¿De qué lado está tu periódico?", pregunta con una sonrisa.

El argumento básico del mulá de los ojos verdes no está exento de lógica. Abu Mukdad no da ejemplos concretos porque dice que no tiene tiempo. Con más de 6.000 colegas de todas partes del mundo islámico, los mulás de Qom son hombres ocupados.

Doble rasero

Pero basta echar un vistazo a la prensa del Oeste para encontrar ejemplos de esta propaganda contra el islam. Para muchos medios occidentales, los hombres de barba y turbante, que rezan cinco veces al día en dirección a La Meca, se casan con mujeres cubiertas de tela negra y ayunan un mes, son fanáticos religiosos. Los barbudos con tirabuzones que rezan tocando la frente en el Muro de las Lamentaciones y cuyas convicciones les prohibe siquiera tocar un botón en el ascensor los sábados, no. Son simplemente ortodoxos.Si hubiera que guiarse por algunos titulares en Occidente, las armas atómicas de Estados Unidos e Israel son ateas. Cuando árabes o persas quieren hacerse con tecnología nuclear, cualquiera que fuera su fin, la reacción es instantánea y generalmente viene en forma de una etiqueta. Casi invariablemente se habla de la "bomba islámica".

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