El Barcelona se acerca más a Wembley
RAMÓN BESA, ENVIADO ESPECIAL, El Barcelona regresó a la Copa de Europa con el mismo encanto que ha presidido su discurrir por la Liga. El pronóstico se cumplió sin reservas en el estadio de la República de Kiev. El grupo que dirige Johan Cruyff respondió con firmeza y elegancia a la etiqueta de máximo aspirante a disputar la final de Wembley en su enfrentamiento con el equipo considerado como la cenicienta del grupo, el Dinamo ucranio. Los azulgrana son mejor equipo que el Dinamo y se encuentran en mejor momento. Unos están que se salen y otros andan todavía en el calentamiento. Faltos de rodaje, los ucranios sólo pudieron ofrecer disciplina, austeridad y entrega, poco arsenal para frenar a un Barcelona que brilla por la madurez con la que ahora ejerce su fútbol ofensivo.
El Barcelona estuvo insultant e con el Dinamo desde la salida. Cruyff apostó por un equipo sin extremos para reforzar la divisoria y regalarle metros a Stoichkov en el campo ajeno, un planteamiento que pareció inicialmente una concesión al contrario recriminable en un grupo que sólo sale de casa para ganar. Sencillamente fue una trampa, una falsa apariencia.
El gol llegó en el momento oportuno, cuando el Dinamo creyó que podía ganar. Stoichkov pilló a los locales en un contraataque partidos por la mitad. Esa es la grandeza del Barcelona de Cruyff. Los azulgrana deciden cuando quieren porque su capacidad para crear situaciones de gol parecen infinitas. La agresividad de Stoichkov ha rubricado la solidez del bloque. Cruyff pronosticó un triunfo por 0-2 y sus discípulos lo cumplieron. Para eso sacó a Salinas, que, según su costumbre, no desperdició la oportunidad de sentenciar el choque.
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