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Gonzalo Suárez aborda en su última obra el horror humano con el testimonio de un torturador argentino

José Sámano

El cineasta Gonzalo Suárez ha desafiado todo su repertorio de ficción para sumergirse en el lado más oscuro y aterrador de la degradación humana: la reproducción exacta de los testimonios de un torturador y autor de más de cien asesinatos durante la represión argentina, enfrentado a su fiscal. La última obra de Suárez -"un examen del delirio humano a través de un personaje monstruoso", según el director- reproduce las cintas del interrogatorio realizado por Antonio López Crespo, miembro de la comisión Sábato. Se ofrece el viernes en La 2 a las23.00.

"Una de mis víctimas fue un joven de 16 o 17 años que tenía atado en casa con una cadena como si fuera un perro. Cuando yo llegaba a casa me ladraba. Pero un día no quiso ladrar, saqué la pistola -icómo temblaba el hijo de puta!- y le metí un tiro en la cabeza". El lado oscuro, la última película del asturiano Gonzalo Suárez, comienza con este desgarrador testimonio de Valdés. Este fue uno de los 50 torturadores interrogados por Antonio López Crespo, abogado argentino, durante las investigaciones de la comisión Sábato.

La película, carente de imágenes, es un diálogo entre preso y abogado en un abstracto y bucólico escenario que reproduce los subsuelos de un teatro argentino en el que fueron interrogados la mayor parte de los implicados en la represión. Está interpretada por Héctor Alterio en el papel del abogado Antonio López Crespo, y Hugo Daniel Gorbán como Valdés.

Antonio López Crespo, amigo personal de Gonzalo Suárez, propuso a éste el argumento de la película durante una cena en su domicilio bonaerense en 1984. "Jamás soñé con abordar un tema así, pero hoy ya forma parte de mis obsesiones", dice Gonzalo Suárez. El cineasta rechazó ilustrar la película con imágenes que reprodujeran las torturas al comprobar que "eran suprerfluas, valía la pena reproducir sólo los diálogos, ahí radica el desafío". Los testimonios son totalmente fidedignos, incluidas las inflexiones. El propio Antonio López Crespo hizo los guiones.

Entre los 50 torturadores investigados por Antonio López -"todos ellos con una fundamentalización teológica de su interpretación"-, Valdés era un caso singular. 'Tos demás no tenían ningún resto moral, pero Valdés se había jodido psíquicamente. Era un lumpen víctima de su propio Ejército".

Valdés fue un esbirro de Ramón Camps, general y jefe de la policía bonarense durante los momentos más trágicos de la represión, conocido como el carnicero de Buenos Aires por sus trabajos en los centros clandestinos de detención, en los chupaderos o pozos. Durante el interrogatorio, "esta rata humana", como le describió Antonio López en su informe, Valdés, se enfundó una casaca militar con el escudo cubano. El ejecutor del ex general Camps relata con parsimonia sus métodos de dar máquina, sus enterramientos y, principalmente, su profunda esquizofrenia, que le arrastraba a comer pájaros o gatos vivos. "Éramos dioses; lo arreglábamos todo de una patada; de una patada abríamos una puerta para secuestrar, torturar o robar".

Al final del interrogatorio, Valdés espetó a Antonio López: "SI algún día salgo de aquí y alguien me ofrece 50 pesos por pegarte un tiro lo haré, aunque me caes muy bien". Poco después el torturador fue liberado coincidiendo con el juicio a los militares y se encontraron tomando un café. López le abordó y Valdés le encañonó el estómago con su pistola. "Me invitó a marcharme antes de que se volviera loco".

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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