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Jóvenes viudas

"Ya nada importa, lo principal ahora es votar por el cambio", explica A., mientras espera en cuclillas que el militar, situado ante la puerta del colegio electoral, le haga la seña para ponerse en la cola. Ella es una de las jóvenes viudas de los militares negroafricanos que, acusados de haber participado en un intento de golpe de Estado, desaparecieron en las cárceles mauritanas hace dos años. Las etnias negroafricanas aseguran que las víctimas de estas matanzas fueron centenares y que el siniestro episodio fue uno de los numerosos exabruptos racistas de los extremistas de la etnia mora-blanca que, dicen, tienen dominado al Gobierno de Taya.Junto con otras esposas de las víctimas A. ha desafiado en diversas ocasiones a las autoridades militares para manifestarse en las calles pidiendo explicaciones al Gobierno. "Hasta la fecha no hemos sabido nada de forma oficial y, en mi caso, siguen negándome la pensión", afirma.

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La mujer, madre de un niño, asegura que "ahora que ha pasado el disgusto" se alegra que su marido no haya sido de los que, tras haber sido detenidos, volvieron a sus casas. "Conozco a algunos de ellos: fueron torturados tan salvajemente que ya no son hombres sino desesperados que se averguenzan de vivir". Ella sólo reprocha a los culpables de la muerte de su esposo que, cuando supo que había muerto, había pasado tanto tiempo que, siguiendo las prescripciones musulmanas, sólo pudo guardar veinte días de luto.

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