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Las cadenas privadas quieren hacer de La Cinq una CNN francesa

A la moribunda La Ciriq -la cadena privada francesa en suspensión de pagos desde el pasado 31 de diciembre- le han salido un montón de pretendientes. El último es una insólita alianza de las otras tres televisiones privadas galas: TF-1, Canal Plus y M-6. De acuerdo con la Idea de que en Francia hay una cadena generalista de más, TF- 1, Canal Plus y M-6 están dispuesta a asociarse para crear una canal de información permanente, una especie de CNN en lengua francesa. Ese canal ocuparía el espacio de La Cinq.Esa televisión informativa, que sería difundida por satélite en los países francófonos de África, emitiría 16 horas diarias, costaría menos cara que las otras soluciones propuestas para salvar La Ciriq y sería rentable en cinco anos, según afirman sus promotores. Las dos cadenas públicas galas -Antenne 2 y FR3- han sido invitadas a asociarse al proyecto, pero aún no han dado su respuesta.

Esta propuesta pretende impedir que Silvio Berlusconi recupere el control de La Cinq. El magnate italiano, que posee desde su nacimiento un 25% del capital de La Cinq, anunció la pasada semana su intención de salvar esa cadena y convertirse en su principal explotador. Berlusconi mantendría el carácter generalista de La Ciriq y le daría su sello personal.

Otros proyectos

El Gobierno socialista tiene un tercer proyecto para el hueco que puede dejar La Cinq. El ministro de Cultura, Jack Lang, desea que La Sept -la cadena cultural por cable promovida por Francia y Alemania- termine ocupando su lugar. Un cuarto pretendiente, el ex ministro derechista Charles Pasqua, aspira a que La Cinq se convierta en el canal de las colectividades locales.En los últimos seis años, tres magnates europeos de la comunicación -Silvio Berlusconi, Robert Hersant y Jean-Luc Lagardère- se han estrellado en el intento de dar vida a La Cinq. Su experiencia parece haber dado la razón a los que afirman que el mercado televisivo francés no da para tanto. La Ciriq puede ser la primera víctima mortal de la seríe de televisiones privadas generalistas nacidas en Europa en los años ochenta.

Estos días, La Ciriq es como un barco sin piloto y con una enorme brecha que atraviesa una feroz tormenta. Los 820 miembros del personal siguen a bordo, pero los representantes de la empresa han abandonado físicamente el barco. Jean-Lue Lagardère, presidente del grupo editorial Hachette, el último gran accionista de la emisora, no quiere ni oír la palabra televisión. Es el único que no tiene la menor intención de participar en proyecto alguno de reactivación de La Cinq. Concentra todos sus esfuerzos en evitar que la caída de La Ciriq arrastre a todos sus negocios. Lagardère ha perdido en la aventura un mínimo de 2.000 millones de francos y, sobre todo, mucho de su prestigio personal.

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