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Nochebuena

Esta noche es Nochebuena y la vamos a armar, según manda la Santa Madre Iglesia, la tradicción dicta y quiere el Cortinglés. O sea, que habrá exquisita cena, vengan asados y mariscos, corra el cava.Saber comer las viandas es fundamental para que la Nochebuena no termine como el Rosario de la Aurora. Por ejemplo, en el caso de las angulas se recomienda arrimar la boca a la cazuela, pues, al precio que están, si las paseas con el tenedor y se cae una al suelo, te puede dar un infarto. De las cigalas únicamente interesa la cola, porque entretenerse hurgando las patitas da ventaja a los otros comensales y cuando quieres reaccionar ya no han dejado ni una. Los percebes se comen ojo avizor, es decir, mientras pelas uno, has de tener fija la mirada en la bandeja, al objeto de elegir el más gordo y atraparlo presto, no te lo vayan a quitar.

La Nochebuena reúne a la familia en torno a la gran cena, y es para todo el mundo el día más feliz del año. Se dan excepciones, claro, y hay ciudadanos a quienes la Nochebuena les produce angustia. Unos, porque no tienen familia. Otros porque, teniéndola, donde en realidad la familia les quiere ver es bien lejos. Y como llegada la Nochebuena las calles quedan silenciosas en tanto los hogares bullen de alegría, se sienten hundidos en la miseria.

Estos ciudadanos pueden elegir entre dos opciones: una, pegarse lo mismo la mariscada y, si se tercia, cogerla de anís, sin necesidad de dar cuentas a nadie; otra, acostarse temprano para levantarse tan frescos el día de Navidad y disfrutar la ciudad entera a sus anchas, aprovechando que el resto de la gente está en casita hecha unos zorros.

Los que pasan solos la Nochebuena son unos privilegiados. Y, encima, algunos se quejan. Pero debe de ser de vicio. Ya lo dijo El Gallo: "Tiene que haber gente pa tó ".

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